Las 82 piezas no representan al mecanismo en su enteridad, pues solo alrededor de un tercio del mecanismo ha sobrevivido. El fragmento superviviente más grande del dispositivo, el denominado Fragmento A, cuenta con varios cojinetes, pilares y un bloque. Otro pedazo, bautizado como Fragmento D, está equipado con un disco, un engranaje de 63 dientes y una placa.
Las investigaciones anteriores del artefacto habían utilizado datos de rayos X obtenidos en 2005 y revelaron varias inscripciones en texto ubicadas en la contraportada del mecanismo. Asimismo, en ese entonces los investigadores lograron ver las calculaciones de los ciclos de Venus y Saturno, de 462 y 442 años, respectivamente.
Utilizando el método matemático descrito por el filósofo griego antiguo Parménides, el equipo de Freeth finalmente explicó cómo se derivaron los ciclos de dichos planetas. Asimismo, logró recuperar los ciclos de otros cuerpos celestes.
Por su parte, el coautor de estudio,
Adam Wojcik, indica que «este es un avance teórico clave sobre cómo se construyó el Cosmos en el mecanismo» . Ahora, el equipo de Freeth tiene previsto realizar más estudios para «demostrar su viabilidad haciéndolo con técnicas antiguas».
Actualmente, todos los fragmentos recuperados del mecanismo de Anticitera, que data entre los años 200 y 100 a.C., se custodian en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas, en Grecia.