En estas fechas podemos disfrutar de un cometa descubierto hace poco más de una semana en el cielo del amanecer. Como suele ocurrir con estos inesperados visitantes que nos alcanzan desde lugares recónditos, cerca de los límites de nuestro sistema solar o incluso desde más allá de sus confines, lo descubrió un astrónomo aficionado. Se trata del japonés Hideo Nishimura, que destaca por haber descubierto ya 3 cometas, 23 estrellas novas y otras cuantas estrellas variables.
Ese hito tiene un mérito enorme hoy en día, dado que buena parte de esos descubrimientos suelen realizarlos programas de seguimiento automatizados. En esta ocasión, al robot le ha ganado un aficionado perseverante y conocedor del firmamento, apasionado por escudriñar el cielo noche tras noche sin cesar.
Continuamente se descubren cometas nunca antes vistos, hasta varias decenas cada año. Buena parte de ellos poseen órbitas elípticas enormes, pero generalmente su excentricidad suele ser menor a 1, un valor numérico que define una órbita como parabólica. Estos cometas proceden de una especie de gran almacén de cuerpos helados que conocemos como la Nube de Oort.
El caso del cometa Nishimura es un poco diferente. Una vez reconstruida la órbita del objeto en base a las observaciones recibidas en el Minor Planet Center –centro internacional que las recopila y almacena–, se ha confirmado que su órbita es ligeramente hiperbólica y que atraviesa nuestro sistema planetario con una excentricidad mayor a uno. Eso podría hacernos pensar que estamos ante un objeto no ligado gravitatoriamente al Sol. Sin embargo, pese a ser ligeramente hiperbólico, podría también haberse originado en la Nube de Oort. Ciertos estudios de dinámica celeste de cometas situados en los confines del campo gravitatorio demuestran que están expuestos a los impulsos gravitatorios de pequeñas estrellas o planetas errantes que podrían cambiar ligeramente la excentricidad de sus órbitas. Esos encuentros fortuitos podrían hacerlos caer desde la Nube de Oort hacia el Sol siguiendo órbitas ligeramente hiperbólicas.
Sea cual sea el origen de Nishimura, las dos próximas semanas tendremos a un cometa inusual situado en el cielo de la mañana, un astro que posiblemente pase por primera vez cerca del Sol. Y lo hará relativamente cerca, aproximándose a algo más de 33 millones de kilómetros del astro rey, en el perihelio de la estrella, con lo que podría no sobrevivir.
Para encontrar el cometa en las próximas semanas habrá que buscar un lugar oscuro y con el horizonte Este bien despejado. En la actualidad, el cometa puede detectarse fácilmente en el cielo de la mañana buscando la constelación de Géminis con unos prismáticos. Se encuentra bajo la línea que une las estrellas más brillantes de esa constelación, Cástor y Pólux.
De momento su magnitud es +9 y se ve afectado por la luz del amanecer, por lo que no es visible todavía a simple vista. Pero podría llegar a serlo a principios de septiembre, a medida que se acerque al Sol y los hielos se sublimen y lo activen. Se prevé que podamos seguir su evolución hasta prácticamente su paso por el perihelio el 18 de septiembre.
Estos astros son tenues –apenas una tenue nubecilla en el cielo, borrosa y menos definida que las estrellas– por lo que es mejor visualizarlos con unos simples prismáticos, que poseen un campo ámplio. Los más recomendables serían de siete o diez aumentos. Típicamente unos prismáticos 7x50 ó 10x50 resultan fáciles de adquirir e ideales para observar cometas y otros objetos de cielo profundo.
Para situarlo en el cielo podemos emplear una aplicación en línea muy útil que nos facilita las coordenadas celestes y la posición actual del cometa entre las estrellas: Sky Live.
Incluso cuando el cometa alcance su mayor proximidad a la Tierra, encontrándose a unos 125 millones de km, estará a un ángulo de sólo 15 grados del Sol por lo que será muy difícil de observar. Si aumentase significativamente su luminosidad y desplegase sus colas todavía podría apreciarse al alba, pero nadie se atreve a predecir el comportamiento de un cometa. No es de extrañar que, aunque unos cuantos cometas han maravillado a los humanos desde hace milenios con su magnificencia, otros muchos visitantes se acerquen al Sol en geometrías adversas que los hacen pasar totalmente inadvertidos.
Josep M. Trigo Rodríguez, Investigador Principal del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias, Instituto de Ciencias del Espacio (ICE - CSIC)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Esta entrada fue modificada por última vez en 24/08/2023 22:11
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