Científicos hacen una detección muy inusual en el visitante interestelar 3I/ATLAS
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La llegada del cometa interestelar 3I/ATLAS está proporcionando a la comunidad científica una oportunidad única para estudiar, en tiempo real, cómo se “despierta” químicamente un objeto procedente de otro sistema estelar. Un hallazgo reciente ha sorprendido a los investigadores: la detección de vapor de níquel en su coma a una distancia del Sol tan fría que, en teoría, ese metal no debería evaporarse.
3I/ATLAS fue detectado el 1 de julio de 2025 por el sistema de vigilancia ATLAS. Se trata del tercer objeto interestelar confirmado que atraviesa nuestro vecindario cósmico, tras ʻOumuamua y el cometa 2I/Borisov. A diferencia de ellos, este visitante fue identificado con mayor antelación, lo que permite observar su evolución química mucho antes de que alcance su máxima actividad cerca del Sol.
A medida que avanza hacia el interior del Sistema Solar, 3I/ATLAS actúa como una cápsula del tiempo cósmica, transportando material intacto desde el lugar donde se formó hace miles de millones de años. Comprender su composición es clave para saber si los ingredientes que forman planetas y cometas son similares en distintos sistemas estelares o si varían significativamente.
El descubrimiento del vapor de níquel procede de un equipo internacional de astrónomos que trabaja con los espectrógrafos X-shooter y UVES del Very Large Telescope (VLT), en Chile. Utilizando análisis espectral, identificaron líneas de emisión correspondientes a átomos de níquel cuando el cometa se encontraba a más de 3.8 unidades astronómicas del Sol, una distancia donde las temperaturas deberían mantener los metales totalmente congelados.
Lo llamativo es que este níquel apareció sin rastro detectable de hierro, algo muy inusual, ya que ambos metales suelen liberarse juntos en los cometas del Sistema Solar. La intensidad del níquel, además, aumentó de forma notable conforme 3I/ATLAS se aproximaba al Sol.
En declaraciones recogidas por Space.com, el astrofísico Darryl Z. Seligman, de la Universidad Estatal de Míchigan, señaló que este hallazgo ofrece una oportunidad inédita para seguir “la activación química de un objeto interestelar a medida que gana temperatura solar”. El equipo, liderado por Rohan Rahatgaonkar, doctorando del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, fue el primero en identificar el vapor de níquel en la coma. Según ambos científicos, esta detección “abre una ventana nueva a la química de materiales formados en otros sistemas estelares”.
La presencia de níquel en forma de gas a tanta distancia del Sol plantea interrogantes. Las temperaturas registradas no son suficientes para provocar sublimación directa del metal, el proceso de pasar de sólido a gas. Una de las hipótesis es que el níquel estaría unido a moléculas orgánicas o compuestos volátiles que se fragmentan al recibir luz solar, liberando los átomos atrapados sin necesidad de altas temperaturas.
Este comportamiento coincide con las observaciones del Telescopio Espacial James Webb (JWST), que detectó que la coma contiene más dióxido de carbono que agua, algo poco habitual en cometas del Sistema Solar. También se identificaron partículas de hielo de agua y monóxido de carbono, lo que confirma una composición químicamente compleja y distinta a la conocida.
La combinación de datos del VLT y del JWST está permitiendo estudiar procesos químicos que no se habían observado antes en cometas. La detección secuencial, primero níquel y semanas después cianógeno (CN), un compuesto común en cometas), revela que 3I/ATLAS está experimentando una activación gradual conforme se acerca al Sol, liberando diferentes especies químicas a distintas temperaturas.
Este comportamiento puede reflejar tanto el lugar donde se formó el cometa como las condiciones que experimentó durante su largo viaje a través del espacio interestelar.
La comunidad científica seguirá monitorizando a 3I/ATLAS mientras avanza hacia su perihelio el 29 de octubre de 2025. Se esperan nuevas emisiones químicas y posibles cambios en la estructura de su coma y su cola. Cada dato obtenido permite avanzar hacia una respuesta: ¿son los ingredientes que forman planetas y cometas universales o profundamente distintos según el sistema estelar?
Por ahora, el misterio continúa, pero lo hace respaldado por observación rigurosa y no por especulación. Lejos de aportar elementos “imposibles”, 3I/ATLAS está demostrando que el universo conserva una química diversa y mucho más rica de lo que se creía, y recuerda por qué la ciencia debe seguir el rastro de los datos, especialmente cuando contradicen lo que creíamos saber.
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