Pero la NASA no solo acogió a SpaceX y sus archifamosos Dragon y Falcon 9 en aquel contrato, también a Northrop Grumman con el Antares y la Cygnus. La segunda es la cápsula no tripulada que más usos va a tener de la historia, pues es la base de la estación Gateway alrededor de la Luna. Pero, además, podría ser la base de una de las estaciones espaciales que sustituya a la EEI. También se baraja su uso como remolcador espacial y quizá como módulo de habitabilidad en un viaje a Marte en la próxima década.
Pero el Antares siempre ha quedado a la sombra de otros dos cohetes estadounidenses. Tanto el Atlas V como el ya mencionado Falcon 9, especialmente este segundo, siempre le han negado el acceso al mercado de satélites. Y aparentemente, por el precio público ofertado podrían haber competido. Al menos contra la propuesta de United Launch Alliance, pero el quedarse fuera de los contratos con el poderoso departamento de defensa no le ha hecho nunca ningún favor.
Estas palabras anteriores pueden ser confusas, su precio público era de 80 millones de dólares para 8 toneladas de carga a órbita baja. En comparación al Falcon 9, ofertado treinta millones por debajo de él y con más capacidad de lanzamiento, dificultando acceder a ningún cliente. A lo cual se sumó su famoso fallo en 2014 que supuso un duro golpe.
El problema que causó el accidente de 2014 fue muy grave, complejo de arreglar y de dudosa capacidad la reparación. Por lo que se decidió sustituir por completo la planta propulsora. Se abandonaron los NK-33 que se diseñaron para el N1 por los RD-181, otro motor de origen soviético. Se mantuvo entre los dos el combustible empleado, el queroseno RP-1 y oxígeno líquido.
Pero este tampoco fue el cambio definitivo del Antares. Uno de los problemas en el ámbito espacial cuando empezó la invasión de Ucrania fue que en ese momento la industria ucraniana fabricaba productos que no se venderían más. Específicamente se tensó la situación en Europa, donde de un día para otro dos de sus líneas de producción de cohetes se encontraron sin qué lanzar. Pero también en Ucrania se fabricaba la primera etapa de este cohete, casi al completo. Así que Northrop Grumman aún vinculada contractualmente con la NASA para lanzar la Cygnus tuvo que buscar una solución.
Esta se anunció unos meses después y recayó en Firefly Aerospace. Esta empresa, aunque estadounidense, es propiedad de un importante empresario ucraniano, Max Polyakov.
El último vuelo de esta versión ruso-ucraniano-estadounidense del Antares se produjo anoche a las 20:31 hora local. El lanzamiento se produjo desde la única rampa empleada por el Antares, la LP-0A del espacio puerto regional del medio Atlántico. Las instalaciones, también llamadas instalaciones de vuelo de Wallops. El lanzamiento de la misión CRS NG-19 marcó el decimoctavo lanzamiento de un cohete Antares en general.
A bordo la decimonovena nave Cygnus que se espera que alcance la Estación Espacial Internacional en dos días. En la nave se encuentran 3700 kilogramos de carga entre comida, agua y experimentos.
Entre estos destacan especialmente dos, Neuronix y SAFFIRE VI.
Mientras que el primero permite crear cultivos de células neuronales en 3D, el otro es más destructivo. Desde el albor de la carrera espacial, especialmente en la NASA, a raíz del Apolo 1 existe un miedo atroz a un incendio a bordo de una nave. Pero el comportamiento del fuego en microgravedad requiere de generar un incendio en órbita. Y en eso han consistido la serie de experimentos Saffire. Se han generado en un compartimento aislado, y una vez las naves abandonan la Estación Espacial Internacional, varios incendios con el fin de comprobar qué sucede.
Esta entrada fue modificada por última vez en 02/08/2023 12:18
Jefe de sección Actividad Aeroespacial. Especialista en el programa espacial indio. Universidad de Oviedo.