Firefly Aerospace no resalta demasiado entre la maraña de empresas que hoy en día componen los titulares de las noticias aeroespaciales. Pero es una de las más destacadas, de las pocas que logró llegar a la plataforma de lanzamiento y alcanzar la órbita con su propio cohete. Este éxito les valió un contrato con una de las empresas veteranas del old space. Northrop Grumman confío en ellos para proporcionarles una primera etapa para su tercera versión del Antares. La primera que será enteramente americana, aunque no se pueden obviar las raíces ucranianas de la empresa.
El Blue Ghost no tiene nada que ver con Blue Origin, pese a compartir el azul en el nombre. De hecho, los de Jeff Bezos tienen su propio aterrizador pugnando por un contrato en el CLPS llamado Blue Moon. Así pues, el Blue Ghost se enfrenta a su primera misión con mucho en juego.
En este aterrizador viajan diez cargas variadas patrocinadas por la NASA pero de distintos orígenes. Algunas de ellas son especialmente llamativos, por ejemplo.
La Universidad Estatal de Montana envía una copia de su RadPC. Este ordenador único ya demostró en órbita terrestre ser capaz de solucionar los fallos causados por la radiación ionizante, pero se enfrentará a su mayor reto en este un aterrizador lunar.
De la Agencia Espacial Italiana es una antena de recepción de navegación por satélite (como el GPS o el Galileo). Esta herramienta ya indispensable en el día a día en la Tierra tendrá su importancia en el futuro en la Luna. Y aunque las constelaciones que proporcionarán internet y sistemas de posicionamiento aún no están listas, la tecnología está madura.
Tras un vuelo aparentemente sin problemas, el primer rover Hakuto se precipitó contra la superficie lunar arrojando múltiples puntos de fallo. Hansoku es la máxima penalización en el karate internacional, que supone la eliminación en un combate, algo apropiado a lo que sufrió aquel primer vuelo.
Pese a estar mostrando supuestamente telemetría en vivo del aterrizaje, realmente ni siquiera estaba descendiendo sobre la zona que se creía. Pero ese solo fue el primer problema, después, se perdieron las comunicaciones mientras el suelo se acercaba. Tras esto la colisión estaba irremediablemente sellada, pero podría haber sido de otra forma.
Sin embargo, el ordenador de a bordo creyendo que el radio altímetro no funcionaba se quedó volando estático a 5 km de altura. Cuando descendió de esa altitud fue totalmente sin control tras haber agotado el combustible del que disponía.
En esta segunda misión se emplean nuevos sistemas que deberían impedir que el aterrizador lunar repita el destino de su predecesor. Aunque de ahí a lograr un aterrizaje perfecto, hay un largo camino.
Las misiones más modernas se están estrellando en la Luna, y por tan variados motivos que es imposible saber si alguna de las dos que hoy despegan lograrán posarse suavemente. Pero es cierto que es más fácil para iSpace lograrlo que para Firefly.
Desafortunadamente para los japoneses, no hay mucha información publicada sobre qué cargas transporta. Son varias, incluyendo su rover desarrollado internamente, más pequeño que el de Emiratos Árabes Unidos de la anterior misión. Además de cargas pertenecientes a las empresas Takasago Thermal Engineering, Euglena, Bandai Namco Research Institute y la Universidad Nacional Central de Taiwán.
Los taiwaneses se embarcan con un medidor de radiación adaptado al espacio profundo en su primera misión lunar.
Lamentablemente, no hay ninguna imagen de los dos aterrizadores lunares en la cofia, o al menos durante el proceso de encofiado. Hay probablemente dos explicaciones. La primera y más importante, estamos hablando de dos empresas privadas rivales, que compiten entre sí, y con otras para poder lanzar cargas científicas a la Luna. Algo que de momento, parece un negocio lucrativo porque cada vez más y más lanzamientos de este tipo son al margen del programa CLPS.
Por otro lado es cierto que para poder lanzar ambas sondas una de ellas debía hacerlo dentro de un adaptador que permitiese montar a la otra encima. Le tocó a Hakuto-R la mala fortuna de ser la ocultada dentro de un armazón metálico. En cualquier caso, este es un lanzamiento histórico que tendrá su desenlace en unos 45 días para Blue Ghost y cinco meses para Hakuto-R.
Esta entrada fue modificada por última vez en 15/01/2025 11:12
Jefe de sección Actividad Aeroespacial. Especialista en el programa espacial indio. Universidad de Oviedo.