United Launch Alliance (ULA) lleva con dolor de cabeza desde 2014, cuando SpaceX demostró de lo que era capaz y rompió el monopolio en los lanzamientos en Estados Unidos. Hasta entonces, el modelo de negocio de la vieja empresa (fusión de los departamentos de cohetes de Boeing y Lockheed Martin) era exprimir al gobierno estadounidense. Pero la irrupción de los de Musk forzó un cambio de paradigma, ayudó a ello Tory Bruno. Este ingeniero reconvertido a CEO se puso a trabajar por convertir su empresa en la mejor. Primero reduciendo los costes de los cohetes de aquel momento, pero sentando las bases que ahora fructifican de uno nuevo.
El Vulcan-Centaur se asienta en más de setenta años de experiencia de las matrices de ULA. Pero, sin embargo, ninguna de las dos tenía experiencia reciente en la construcción de motores. Ello forzó a los de Tory a buscar una solución externa, todo parecía hecho para Aerojet Rocketdyne, una empresa veterana a imagen y semejanza de la que iba en su busca.
Pero, y demostrando así que la revolución de ULA era cierta y no fachada, optaron por el motor que les ofrecía Blue Origin. El BE-4 se trata de uno de los motores más avanzados del mundo. Claramente por detrás del Raptor de SpaceX, pero ampliamente mejor que el AR-1 que ofreció Aerojet.
Quemando gas natural licuado y oxígeno líquido, el combustible más de moda actualmente, aunque en aquel momento esta era la única apuesta seria por esta combinación revolucionó el panorama. Tras varios años de retrasos y pruebas parciales, finalmente en 2019 se logró una prueba de un BE-4 a toda potencia.
Ahora, en 2023, con los correspondientes retrasos inherentes a cualquier programa espacial, se han encendido debajo del cohete de los de Tory Bruno. Un hito que acerca al espacio, también, al cohete de Blue Origin, el New Glenn, que comparte planta motriz con el Vulcan.
Esta entrada fue modificada por última vez en 09/06/2023 19:01
Jefe de sección Actividad Aeroespacial. Especialista en el programa espacial indio. Universidad de Oviedo.