Actualmente las evoluciones oficiales del SLS son dos.
Por un lado tenemos la Block 1B esta primera evolución sustituye la segunda etapa ICPS por la EUS.
La EUS es una etapa diseñada específicamente para el SLS, mientras que la ICPS es la segunda etapa del Delta IV.
Por esto en su configuración actual el SLS es apenas más capaz que el Falcon Heavy de SpaceX que ya fue estudiado en detalle para sustituirlo en todos los ámbitos. Con la EUS el cohete de la NASA se acercará a una capacidad teórica de 95 toneladas de carga a órbita baja terrestre. Esto lo hubiera convertido, sin la irrupción de la Starship el cohete más potente en servicio con mucha diferencia.
Aún así la Starship puede sufrir grandes cambios de diseño como los que ha sufrido hasta el día de hoy y explicamos en este artículo
La segunda evolución del cohete lunar se llama Block 2. Esta nace de la necesidad de nuevos aceleradores laterales de combustible sólido. Actualmente y hasta que se agoten, según la escasa información en el octavo o noveno vuelo. Se emplearán los mismos que empleaba el transbordador espacial. Esto es así gracias a que en el transbordador espacial se recuperaban estos cohetes del mar.
Estos nuevos motores elevarán hasta aproximadamente las 130 toneladas de capacidad a órbita baja. Aún así aquí es cuando empieza a ensombrecerse el camino del SLS.
Está previsto que se construyan ex profeso para este cohete una serie de nuevas cofias que permitirían lanzar otras cargas aparte de la Orion y algún módulo para la Gateway. Sin embargo el panorama para estas cofias es poco alentador, sistemáticamente la propia NASA ha reubicado las potenciales cargas de estas versiones al Falcon Heavy.
¿Por qué? Porque a la NASA no le interesa pagar las decenas o cientos de millones que costaría construir esas nuevas cofias a las que sumar el coste de lanzar un solo SLS que es cercano a los mil millones de dólares.
En cambio prefiere lanzar un contrato publico-privado en el que la industria privada compite con los lanzadores comerciales por adjudicarse el contrato. En la actualidad únicamente el Falcon Heavy y el Delta IV Heavy están capacitados para llevar a cabo estas misiones. Sin embargo en los próximos 5 años entrarán en servicio la Starship de SpaceX, el Vulcan de ULA y el New Glenn de Blue Origin que podrán competir por llevar esas cargas.
Aún así el ahorro en el coste del lanzamiento obliga a hacer sacrficios. Siendo todos estos cohetes menos capaces hay varias opciones para los planificadores de misión para sacrificar.
En algunos casos es obligado realizar ambos sacrificios lo que obviamente repercute en el retorno científico de la misión de forma muy notoria. En el primer caso debido a que las sondas están diseñadas para durar un cierto tiempo y no es fácil lograr aumentarlo por lo que más tiempo en trayecto es menos en el destino. En el segundo el impacto es directo al ser normalmente más sencillo reducir la carga científica que el peso de la sonda.
La única razón de ser del SLS es en estos momentos lanzar la Orion a la Gateway.
Solo y exclusivamente eso. Cualquier otra cosa que se quiera realizar al margen de eso es a priori tirar el dinero. Hay opciones privadas mucho más baratas y flexibles que emplear y que no interfieren en el programa Artemisa para llevar humanos a la superficie lunar. Hay que tener en cuenta que solo existe una torre de lanzamiento para el SLS y que las operaciones de lanzamiento de este se demoran meses por lo que no es posible lanzar sucesivamente a la Luna y a Urano un orbitador por ejemplo (en el ultimo Decadal Survey se señaló a este como un posible uso del SLS). Así que las opciones de lanzar otras misiones están aún más constreñidas.
Aún así hay una cosa que si podrá lanzar y son módulos para la estación gateway, se aprovechará el extra de empuje de la EUS para lanzar el módulo SPIRIT por lo menos.
Aún así es un mal gasto de dinero pudiendo haberse comprado un lanzamiento en alguno de los cohetes anteriormente mencionados por mucho menos dinero que el que cuesta el desarrollo de la EUS.
Los cimientos fallan y no es problema de la NASA, es otra vez problema de los políticos.
El SLS es un mandato político del congreso de los EEUU a la administración Obama tras la cancelación del programa Constellation. En vez de hacer las cosas bien y empezar de cero o dejar a la NASA libertad total para desarrollar un cohete para volver a la luna e ir más allá, la agencia tuvo la imposición de usar material del transbordador espacial.
Esto ha provocado una serie de catastróficos resultados sobre una idea a priorí no demasiado mala. Pero en cualquier caso el transbordador espacial era una mala nave espacial.
Falló en todos y cada uno de los objetivos que se plantearon para él. No abarató el acceso al espacio, no logró volar tan a menudo como se quería, no logró ser fácil de operar y nunca llegó a ser segura. Por eso tampoco era una buena idea exigir a nadie partir de esa base. Ahora la NASA es quien paga los platos rotos de que las piezas no encajen teniendo que pagar miles de millones a Aerojet Rocketdyne. Hará esto para convertir los RS-25, los primeros motores cohete reutilizables en no reutilizables.
En 2020, cuando SpaceX ya construía la Starship. Todo porque ahora esos motores RS-25 que volaban en el transbordador espacial una y otra vez ahora van a ser desechados en medio del mar tras cada vuelo del SLS.
Lo mismo aplica a la segunda versión de los SRB que empleará el Block 2 del SLS. En el transbordador espacial estos eran rescatados tras cada vuelo pero en la actualidad se enfrentan a la destrucción asegurada tras cada vuelo.
En un momento donde la industria privada muestra que el camino es la reutilización de forma sistemática y cuanto más mejor la NASA se ha visto forzada a darle la espalda al progreso por conservar puestos de trabajo en distritos electorales clave.
Esta entrada fue modificada por última vez en 26/09/2022 13:16
Jefe de sección Actividad Aeroespacial. Especialista en el programa espacial indio. Universidad de Oviedo.