2025 cierra la actividad aeroespacial con un fracaso rotundo a nivel global
El año llega a su fin y siempre es bueno echar la mirada atrás y ver qué sucedió. Un año bastante tranquilo, aunque el aumento en el número de lanzamientos se mantiene y no parece que vaya a disminuir próximamente. Pero lejos de las grandes misiones que están caracterizando la década, en 2025 solo dos naves interplanetarias despegaron. Y aunque hubo varios vuelos inaugurales de lanzadores, pocos de ellos son relevantes en un panorama saturado de ellos.
Artemisa y los recortes Trump
La noticia del año es probablemente el desmantelamiento de las operaciones científicas de la NASA. Aún sin tener claro el alcance total de los recortes que llevará a cabo la administración Trump, serán abultados. Lo único que parece preservarse es el camino de la Luna a Marte. Este programa, lanzado hace más de una década y que se había dejado en un cajón para trabajar de forma efectiva en Artemisa vuelve a estar en boga.
Pero el camino marcado por la nueva administración vuelve a pegar un volantazo, de enfocarse en la Luna con una presencia a largo plazo, a que esta sea un paso pequeño en el verdadero objetivo, el planeta rojo.
El primer año de la segunda presidencia Trump se cierra con el nombramiento de Jared Isaacman como administrador de la NASA. La noticia positiva es que se opone a los fervientes esfuerzos por eliminar la mayoría de misiones científicas de la próxima década.
Pese a estas noticias, el año abrió con un histórico despegue patrocinado en parte por la NASA. Dos aterrizadores lunares despegaron en un mismo Falcon 9. El Hakuto-R fracasó, pero el debutante Blue Ghost logró posarse suavemente en el Mare Crisium.
Aún en el marco de Artemisa, la Starship avanza, pero no llega al ritmo que debería para el alunizaje de 2028. Y este año nos deja con fuertes rumores de un plan alternativo usando naves de Blue Origin. Si este plan se asienta, a principios de año veremos un anuncio que supondrá la primera derrota de Elon Musk en el sector espacial desde la explosión de un Falcon 9 durante el repostaje en 2016.
El dragon acelera, mientras expande su programa no tripulado
Este año determinó que China tiene una posición claramente superior a Estados Unidos para el regreso tripulado a la Luna. Corren y correrán ríos de tinta en ese sentido, pero los avances reales de la CNSA y el CMS este año no fueron muchos. Simplemente la incomparecencia de la NASA les sirve en bandeja el futuro lunar. Este año sí nos dejó en febrero un primer vistazo a los trajes espaciales que se emplearán en la superficie lunar.
Por otro lado, su programa de sondas recibió un importante impulso este año con Tianwen 2. Tras numerosos éxitos extranjeros, este 2025 marcó el primer intento chino de capturar muestras de un asteroide, su llegada está prevista para el año que viene al asteroide cercano Kamo’oalewa. Al año siguiente, regresará con las muestras que deberían aterrizar en el desierto de Mongolia siguiendo con los precedentes de la naves Chang’e que trajeron muestras de la Luna. Por último, se volverá a alejar de la Tierra con destino a un cometa al cual orbitará la próxima década.
El colapso de Baikonur
El momento más dramático del año, y rivalizando en importancia con los recortes históricos a la NASA fue el colapso de la plataforma 31 de Baikonur. Tras el último despegue tripulado del año, la Soyuz MS-28, un problema en la base de la rampa de lanzamiento que no fue asegurada correctamente colapsó y cayó al fondo de la trinchera de fuego.
Los daños eran muy numerosos y la reparación no parece sencilla, aunque la agencia espacial rusa se apresuró a confirmar que podrían repararla en muy poco tiempo. Los plazos de 6 meses anunciados no se corresponden con el tiempo habitual que estas tardan en otros casos. Aunque es cierto que una parte de la estructura se mantuvo en pie, la cabina de servicio, la parte del complejo que colapsó, es la que contiene sistemas de repostaje de propelentes y el de ignición. Es decir, algunos de los más delicados y complicados, además, los repuestos son escasos, si no tienen que ser fabricados ex profeso incluso.
Hasta que no se repare, Rusia no puede lanzar ninguna nave a la Estación Espacial Internacional, esta plataforma era la única disponible con los equipos que lo permiten.
Otro multimillonario se suma a la carrera espacial
La rivalidad entre Jeff Bezos, fundador de Amazon, y Elon Musk es manifiesta desde hace muchos años, pero este ha sido el primero en que esta se trasladó definitivamente al espacio. A principios de año tuvimos el espectacular debut en vuelo del New Glenn, uno de los cohetes más grandes del mundo ya desde su aparición, que es más emocionante por ser el primer cohete orbital de la compañía Blue Origin, fundada por Jeff Bezos.
Con una impresionante capacidad de carga de 45 toneladas a órbita baja, supera a todos los cohetes en servicio excepto al Falcon Heavy y al SLS. La Starship, una vez que termine su desarrollo también será más capaz, pero en estos momentos no tiene una capacidad operativa confirmada por lo que queda fuera de la comparativa.
Este cohete debutó con éxito en una misión sin trascendencia, pero para su segundo vuelo, las apuestas se pusieron por las nubes. Se le encomendó el lanzamiento del primer orbitador marciano de la NASA en más de diez años. ESCAPADE captó varios titulares por ser el retorno de la NASA a Marte tras el vuelo de Perseverance ya en 2020, pero son misiones muy diferentes. El nuevo orbitador está diseñado para estudiar la magnetosfera del planeta de manera asequible, el rover fue una demostración de músculo intelectual y económico lanzado a la búsqueda de vida.
Los llamativos lanzamientos asiáticos
De Asia llegaron dos llamativos lanzamientos este año, por un lado, NISAR, por otro el debut de la HTV-X. Ninguno de los dos revolucionarios, pero sí significativos avances tanto para la India el primero, como para Japón el segundo.
NISAR o por su nombre completo NASA-ISRO Sinthetic Aperture radar es uno de los satélites más caros de la historia, también de los más grandes. Su coste, de 1500 millones de dólares juega en la liga de algunas de las grandes misiones de la NASA y por supuesto es muy superior a los presupuestos que maneja el ISRO habitualmente. Su radar dotado de una antena de 12 metros de diámetro permitirá estudiar en detalle tanto el suelo como el hielo de la Tierra, además de ayudar ocasionalmente en emergencias. Pero su labor será principalmente en la prevención de desastres y la alerta temprana generando mapas de riesgo con una resolución inédita desde la órbita.
El HTV-X suple al fin la carencia de la JAXA tras la retirada del H-2, su anterior cohete nacional. La agencia espacial japonesa se había quedado sin forma de enviar carga a la Estación Espacial Internacional. Pero este 2025 tras cinco años esperando, la renovación de su cápsula espacial permite a Japón volver a enviar por sus propios medios experimentos y carga al laboratorio orbital.
Un 2025 desalentador concluye dejando paso a un 2026 en que tendremos que seguir muy atentos a los desarrollos de las principales noticias de este año. La Estación Espacial Internacional podría verse fuertemente perjudicada por retrasos en las reparaciones en Baikonur, en la misma manera en que pueden afectarle los recortes a la NASA.
La creciente militarización del espacio es otro de los preocupantes desarrollos que nos deja 2025 que no parece que vaya a menguar en 2026, pero esperemos que al menos la ciencia pueda volver a lanzar.
2025 nos deja un año decepcionante como ya anticipamos al principio del curso, pero que en vez de ser de transición tranquila deja el panorama severamente afectado para años venideros.
Especialista en el programa espacial indio.
Universidad de Oviedo.