Pero este país también ha recibido el apodo del país de la felicidad. Mientras que en el resto del mundo la norma que demuestra el crecimiento económico es el Producto Interior Bruto (PIB), el Rey de Bután rechazó este término como sinónimo de desarrollo, y creó uno nuevo para definir la felicidad colectiva en términos más holísticos y psicológicos. El Reino de Bután fue el primer país del mundo en usar otro concepto para medir el progreso de un país: la Felicidad Nacional Bruta (FNB). Crearon una medición basada en varios aspectos que afectan directamente a la felicidad de la población, como la protección del medio ambiente, la biodiversidad, la conservación de la cultura, el desarrollo socioeconómico sostenible… para orientar sus políticas. Se realizaba una encuesta cada dos años para evaluar la felicidad de sus habitantes.
La meta principal del gobierno era encontrar el equilibrio entre el desarrollo material y espiritual. Por ejemplo, para mantener una vida mentalmente sana, las encuestas revelaron que mucha población se sirve de la práctica de la meditación. Con estos resultados, el gobierno decidió invertir unos cien mil dólares en la construcción de cabañas con instalaciones básicas de electricidad y agua en las montañas para facilitar su práctica a las familias.
En un estudio sobre la felicidad organizado por la Universidad de Leicester (Reino Unido) en 2006 y dirigido a 178 países, Bután obtuvo el octavo puesto a nivel mundial, y el primer puesto de entre los países de Asia, y se ha mantenido a la cabeza durante estos años. Ya sea en la calle, el campo, los templos o escuelas, parece que los butaneses aguardan con una sonrisa en la cara. La tasa de criminalidad de este país es muy baja y la gente está acostumbrada a no cerrar sus puertas cuando salen. Está prohibido vender tabaco, usar bolsas de plástico en las tiendas o la exportación de madera, y es un país con casi cero emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Es un reino estrictamente budista, donde la religión se ha convertido en la máxima manifestación de su riqueza y felicidad.
Quizás nos haga reflexionar sobre lo que nos hace felices en occidente, ¿el placer de consumir o placeres más subjetivos como el bienestar? ¿Crear riqueza sin precedentes en una sociedad insegura, descontenta y violenta o quizá aspiramos a otro tipo de desarrollo? ¡El debate es complicado y queda abierto!
Fuente bajo licencia CC: Magia Asiática
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Esta entrada fue modificada por última vez en 29/04/2021 14:20
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