Viajar ofrece nuevas experiencias y puede abrirnos la mente. Nos permite salir de la rutina diaria para hacernos pensar en lo que realmente importa mientras disfrutamos de un momento único en un lugar diferente.
Por supuesto, debido a la creciente conciencia del impacto ambiental de los vuelos de larga distancia y el turismo, muchas personas optan por formas de viajes más sostenibles, y algunos escogen vacaciones locales en vez de irse al extranjero. Pero dado que mi investigación muestra el impacto positivo que la diversidad cultural puede tener en el bienestar de una persona, tiene sentido no abstenerse por completo de viajar al extranjero. En su lugar, se pueden buscar formas más ecológicas de cambiar de país.
Mejorar la afinidad hacia diferentes culturas y desarrollar una conexión global, también conocida como perspectiva “cosmopolita”, aumenta la probabilidad de tener una mejor apreciación del propio cuerpo. Se puede desarrollar una perspectiva cosmopolita viajando, interactuando con personas de diversos ambientes, aprendiendo nuevos idiomas, probando comidas de otros lugares y abriendo la mente a lo que es diferente.
Mi investigación muestra cómo los beneficios de este tipo de mentalidad global se pueden traducir mucho más allá de lo cotidiano y pueden influir en quiénes somos como personas y cómo pensamos sobre nosotros mismos.
Pero viajar no solo influye en la forma de vernos a nosotros mismos, sino que también puede influir en la forma en que nos comportamos. Varios expertos argumentan que, al conocer otros lugares y personas, los viajes nos pueden hacer más tranquilos a la hora de interactuar con los demás, al tiempo que alientan el voluntariado para causas globales.
Estudios en psicología social también muestran que la cultura influye en el concepto del “yo”, la percepción que una persona tiene de sí misma.
Tomemos a Japón como ejemplo. Los japoneses tienden a verse a sí mismos como interdependientes con los demás. No es ningún secreto que están educados para mantener la armonía dentro de su comunidad, mientras son respetuosos y amables con los visitantes. Todos estos son atributos que contribuyen a una coexistencia más equilibrada en la isla de Japón. Por otra parte, algunas sociedades occidentales, como EE. UU. o el Reino Unido, hacen hincapié en un “yo” independiente de los demás, con un enfoque en objetivos y logros individuales.
Comportamiento espejo
Por supuesto, la sociedad japonesa no está exenta de desafíos y lugares abarrotados de personas. Para navegar con éxito en un entorno de este tipo, es esencial que los ciudadanos adopten comportamientos comunitarios y empáticos entre sí. Por ejemplo, en Japón, la gente no habla por el móvil en el tren o en el metro, para evitar molestar a otros que pueden estar cansados después de un largo día de trabajo.
Y en los días de lluvia no entran con el paraguas mojado en tiendas, trenes o metros. En el caso del tren, lo dejan en un paragüero de la estación para evitar mojar a otros viajeros durante el trayecto. Y sorpresa, a su regreso, los paraguas aún estarán allí, en el paragüero sin vigilancia de la estación.
¿Podría ser, entonces, que la exposición a este tipo de comportamientos positivos motivase a los viajeros a adoptarlos y posteriormente llevar sus “modales mejorados” a casa?
Científicamente, este fenómeno puede explicarse con las “neuronas espejo”. Como su nombre indica, las neuronas espejo están vinculadas al reflejo de las conductas de los demás. Inicialmente explorado para explicar el comportamiento social de los simios, existe evidencia creciente de que las neuronas espejo también son patentes en los humanos.
Anidadas en nuestros cerebros, los investigadores sostienen que las neuronas espejo se activan no solo al ejecutar una acción, sino también al observar a otra persona que realiza la misma acción o una similar. La evidencia neurocientífica también sugiere que las regiones específicas del cerebro activadas están vinculadas a un “yo” interdependiente, y que las neuronas espejo desempeñan un papel importante en cómo una persona integra la información sobre sí mismo y los demás.
Hechos para empatizar
Los estudios científicos también sugieren que la relación entre las neuronas espejo y la imitación está vinculada a un proceso evolutivo que nos hace desarrollar un “yo” más empático. En términos generales, la empatía tiene que ver con la percepción y el intercambio de sentimientos de una persona por otra o, en otros casos, se refiere a conectar a las personas en dependencia mutua.
De esta manera, la empatía es un atributo importante, necesario para convertirse en una mejor persona y las neuronas espejo parecen ser perfectas para apoyar el comportamiento cooperativo. Por lo tanto, es lógico pensar que experimentar y observar un nuevo comportamiento empático durante los viajes puede activar el sistema de neuronas espejo.
De esa manera podría ser que los viajeros lo integren en su cerebro, lo que lleva a interacciones más consideradas con los demás incluso después de regresar. Tal vez a esto se refiere la gente cuando dice que se siente cambiada o inspirada por su tiempo fuera de casa. De cualquier manera, está claro que cambiar de ambiente de vez en cuando puede ser beneficioso para nuestras mentes, cuerpos y quizás incluso nuestros modales.
Cuando se trate de pensar en su próximo viaje, intente elegir un lugar que se preocupe por medio ambiente local y respete los derechos humanos. También utilice empresas locales en lugar de multinacionales al reservar sus vuelos y alojamiento. De esa manera, no solo puede ayudar a mejorarse a sí mismo, sino también al mundo que le rodea.
Héctor González-Jiménez, Associate Professor in Marketing, ESCP Europe
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.