El impacto del cometa Shoemaker-Levy-9 en Júpiter, en el mes de julio de 1994, sigue siendo la mayor explosión en el Sistema Solar que la humanidad ha podido grabar.
A finales del siglo pasado, un cometa capturado en la órbita de un planeta se acercó demasiado a éste y fue despedazado por su gravedad en múltiples partes, algunas de hasta media milla (1 kilómetro) de largo. Esos fragmentos se sumergirían en la atmósfera del planeta en una serie de impactos. ¿Los impactos serían espectaculares? ¿O los fragmentos del cometa desaparecerían sin dejar rastro? En julio de 1994, astrónomos de todo el mundo observaron con la respiración contenida cómo los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9 se estrellaron contra el planeta Júpiter.
“Fue increíble de ver”, dice la Dra. Kelly Fast, una de las personas que observó el impacto, y ahora gerente del programa de Observaciones de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA. “Nunca antes alguien había presenciado tal evento de impacto, y mucho menos lo había estudiado. Para observar los impactos, se utilizaron telescopios terrestres de todo el mundo y naves espaciales como el Telescopio Espacial Hubble, de la NASA, e incluso el orbitador Galileo en ruta a Júpiter. El descubrimiento del cometa por Carolyn y Gene Shoemaker y David Levy nos proporcionó alrededor de un año para planificar nuestras observaciones”.
Los impactos demostraron ser impresionantes: los fragmentos (alrededor de 21 en total) se precipitaron en la atmósfera de Júpiter durante seis días. Cuando impactaron, viajaban a una velocidad de alrededor de 37 millas por segundo (60 kilómetros por segundo), y calentaron la atmósfera hasta alcanzar al menos los 53.000 grados Fahrenheit (30.000 grados centígrados ). Al igual que la salpicadura que se produce al arrojar una roca a un estanque, los impactos crearon columnas gigantes de material de la atmósfera inferior de Júpiter, que se elevó hasta 1.900 millas (3.000 kilómetros) sobre las nubes, hasta la estratosfera. Como consecuencia, la salpicadura creó una cicatriz en la atmósfera de Júpiter con nubes oscuras de escombros del impacto que se pudieron ver durante meses a medida que los vientos de Júpiter las dispersaban gradualmente.
Entonces, ¿qué pudieron aprender los científicos sobre Júpiter como resultado de los impactos? Por un lado, esas nubes oscuras de escombros de impacto actuaron como marcadores de los vientos en la estratosfera de Júpiter y, siguiendo su movimiento a lo largo del tiempo, los científicos pudieron medir esos vientos de gran altitud. Cambios temporales en la aurora de Júpiter mostraron a los científicos que la magnetosfera de Júpiter estaba influenciada por partículas de los impactos.
“Asimismo”, señala la Dra. Fast, “todavía podemos ver cambios en la atmósfera de Júpiter, los cuales se produjeron como resultado de los impactos. Cuando los fragmentos de Shoemaker-Levy 9 se estrellaron contra Júpiter, depositaron sus propios compuestos químicos, los procesos del impacto produjeron algunos más, y otros fueron desenterrados de la atmósfera inferior. Algunas moléculas, como el amoníaco, fueron destruidas por la luz del Sol durante las semanas y los meses posteriores a los impactos, pero otras, como el cianuro de hidrógeno y el agua, todavía se ven en la actualidad. Todo eso les dice a los científicos cómo funciona la química en la atmósfera de Júpiter”.
El cometa Shoemaker-Levy 9 nos demostró que todavía ocurren grandes impactos en el sistema solar, los cuales fueron un factor importante en el desarrollo de programas de la NASA destinados a abordar el riesgo de impacto contra la Tierra. Desde la ciencia relacionada con los cometas, hasta la ciencia vinculada con Júpiter y la ciencia asociada a los impactos, el legado de ese descubrimiento fortuito de Carolyn y Gene Shoemaker y David Levy continúa hasta nuestros días y se extiende hacia el futuro.
-CIENCIA NASA
Esta entrada fue modificada por última vez en 16/08/2022 16:00
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