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NASA descubre misteriosos cinturones de radiación alrededor de la Tierra

La tormenta solar más intensa en dos décadas sacudió la Tierra en mayo de 2024, desencadenando auroras deslumbrantes y afectando temporalmente las comunicaciones GPS. Sin embargo, este evento también dejó una huella inesperada en el espacio: dos nuevos cinturones de partículas energéticas alrededor del planeta, detectados gracias a un pequeño satélite de la NASA que volvió a la vida en el momento justo.

La tormenta solar de mayo de 2024 creó dos cinturones de radiación adicionales, intercalados entre los dos cinturones de Van Allen permanentes. Uno de los nuevos cinturones, mostrado en púrpura, incluía una población de protones, lo que le daba una composición única que no se había visto antes. NASA/Centro de Vuelo Espacial Goddard/Kristen Perrin

Un hallazgo sorprendente para la ciencia espacial

Estos cinturones de radiación se formaron entre los dos cinturones de Van Allen, las regiones permanentes de partículas cargadas atrapadas por el campo magnético terrestre. Aunque cinturones temporales ya se habían observado antes, estos resultaron ser particularmente longevos, destacando el nuevo cinturón de protones, cuya composición no se había visto hasta ahora.

El descubrimiento, publicado el 6 de febrero de 2025 en el Journal of Geophysical Research: Space Physics, tiene implicaciones clave para la exploración espacial. Las naves que se dirigen a órbitas geoestacionarias deben atravesar estos cinturones peligrosos, por lo que comprender su formación y duración es crucial para protegerlas.

Según Xinlin Li, autor principal del estudio y profesor en la Universidad de Colorado Boulder, al analizar los datos recopilados antes y después de la tormenta, la diferencia fue tan notable que resultó impactante. Además, mientras cinturones anteriores desaparecían en aproximadamente un mes, el nuevo cinturón de electrones persistió más de tres meses, y el cinturón de protones aún podría existir.

La estabilidad de estos cinturones depende de futuras tormentas solares. Eventos energéticos pueden dispersar estas partículas, reduciendo su impacto o incluso eliminándolas. Tormentas posteriores en junio y agosto de 2024 redujeron significativamente el cinturón de electrones, aunque una fracción de partículas altamente energéticas logró sobrevivir.

El CubeSat CIRBE en el laboratorio antes del lanzamiento. CIRBE fue diseñado y construido por LASP en la Universidad de Colorado Boulder. Xinlin Li/LASP/CU Boulder

Un satélite “resucitado” permitió el descubrimiento

El descubrimiento no habría sido posible sin el CIRBE (Colorado Inner Radiation Belt Experiment), un satélite tipo CubeSat del tamaño de una caja de zapatos que orbitaba la Tierra desde abril de 2023. CIRBE contaba con el instrumento REPTile-2, una versión miniaturizada del sensor que detectó el primer cinturón de electrones temporal en 2013.

Sin embargo, en abril de 2024, el satélite dejó de transmitir, dejando a los científicos sin datos durante la tormenta solar de mayo. Para su sorpresa, el 15 de junio el satélite volvió a operar, justo a tiempo para registrar la estructura del nuevo cinturón de electrones, algo que otros instrumentos no habían logrado detectar con tanta precisión.

A pesar de su éxito, la misma tormenta que ayudó a su descubrimiento también aceleró el final de CIRBE. El aumento de la fricción atmosférica redujo su órbita más rápido de lo previsto, provocando su reentrada en octubre de 2024. Aun así, los datos recopilados son invaluables para futuras misiones espaciales.

Diseñado por el Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial (LASP) de la Universidad de Colorado Boulder, CIRBE fue parte del programa de lanzamiento de CubeSats de la NASA. Su breve pero significativo servicio demostró que incluso los satélites más pequeños pueden hacer grandes descubrimientos.

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