La Luna ha estado siempre en el cielo desde que la humanidad daba sus primeros pasos por la Tierra, siendo parte importante de casi todas las culturas que se han desarrollado. Dentro de algunas mitologías y la cultura general, en la actualidad se considera al Sol y la Luna como contrarios y representantes del día y la noche respectivamente, sin embargo, esto es una sobre simplificación muy grande, dado que la segunda no siempre es visible y tampoco aparece únicamente cuando no está nuestra estrella.
La Tierra órbita al Sol y la Luna órbita a la Tierra, en ambos casos se respetan trayectorias elípticas, es decir, circunferencias achatadas. En el primero de los casos existe una periodicidad; tiempo que tarde en completar una revolución, de aproximadamente 365 días. Mientras que la segunda requiere de 27 días y la Tierra de 24 horas para completar una rotación completa sobre sí misma.
Conociendo estos números se puede construir una imagen mental de cómo funciona el movimiento de los astros en el cielo, los cuales han sido medidos con gran precisión directa o indirectamente con numerosos instrumentos mejorados día a día.
La Luna en su traslación mantiene siempre una cara apuntando casi perfectamente hacia la Tierra; gracias a un fenómeno conocido como acoplamiento de marea. La región que es iluminada directamente por el Sol va cambiando conforme se mueve en la órbita, gracias a este movimiento aparecen lo que conocemos como fases lunares.
La fase en la cual se observa la Luna desde la Tierra depende directamente de la posición relativa entre la Luna y el Sol en el cielo. Cuando ambos se encuentran casi en puntos opuestos se la puede observar completamente iluminada, esta es llamada Luna Llena y reina la noche, haciendo difícil que ambos astros sean visibles al mismo tiempo.
A lo largo de su travesía alrededor de la Tierra, la zona iluminada va decreciendo lentamente, pasando por las fases gibosa menguante, cuarto menguante y menguante. Al cabo de poco más de 14 días la Luna se ha movido en el cielo, respecto al sol, y vista desde la Tierra es casi imperceptible debido a que solo estamos viendo la parte no iluminada. Esta última es la llamada Luna Nueva, y tras ella el proceso se repite, pasando por creciente, cuarto creciente y gibosa creciente hasta nuevamente estar Llena.
A partir de las fases lunares es posible saber la distancia relativa entre la Luna y el Sol en el cielo. Durante una Luna Llena esta es máxima; saliendo apenas se oculta nuestra estrella, y en Luna Nueva es mínima; estando visualmente muy cerca ambos astros. Por otro lado, en las fases de cuarto creciente y menguante ambos objetos son visibles simultáneamente durante el día. Ahora, cada vez que observes el cielo, puedes recordar la increíble danza orbital que nos da hermosas vistas día a día.
Esta entrada fue modificada por última vez en 02/04/2024 20:45
Jefe de sección Cosmos. Especialista del programa lunar Apollo, mecánica celeste e impresión 3D. Universidad Nacional de Colombia.