En 1944 un misil balístico alemán V2 se convertía en el primer objeto fabricado por la humanidad en alcanzar el espacio, al haber superado la arbitraria línea de Kármán (100 kilómetros de altura), de ahí en adelante se han dado cada vez salto más grandes sobre cuán lejos podemos llegar. Empezando por la Luna, pasando por los planetas más lejanos y, en un futuro lejano, alcanzar otras estrellas.
En los inicios de la carrera espacial surgieron varios programas de exploración planetaria, después de las primeras sondas enviadas a la Luna se buscaba poder, igualmente, visitar los cercanos Venus y Marte, y sobrevolar el pequeño Mercurio. Siguiendo esta fiebre de exploración de aquellos mundos que un par de décadas atrás parecían inalcanzables, se crearon nuevas naves para visitar los gigantes del sistema solar; Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, y tiempo después el planeta Plutón.
Las dos sondas gemelas eran parte del programa que lleva su mismo nombre. El objetivo de la primera, lanzada en 1972, era el de por primera vez explorar más allá del cinturón de asteroides y visitar el mayor de los planetas, Júpiter. Un año después, su hermana, buscaría un nuevo destino, el de sobrevolar por primera vez a Saturno.
Dada la lejanía del sol al superar la órbita joviana, el uso de paneles solares estaba descartado, para poder suministrar energía a ambas naves (y todas las siguientes) se emplearon generadores termoeléctricos de radioisótopos, aprovechando el calor emitido por el plutonio al decaer.
Las icónicas gemelas se convirtieron en las primeras sondas en lograr alcanzar espacio interestelar, considerando el límite del sistema solar como la heliopausa. Lanzada el 20 de agosto de 1977, la Voyager 2 partía rumbo a revisitar los gigantes gaseosos, Júpiter y Saturno, y por primera vez sobrevolar los gigantes helados; Urano y Neptuno. 16 días después, el 5 de septiembre de 1977, la sonda viajero 1 despegaba camino a visitar igualmente los planetas exteriores y sus respectivas lunas.
La primera misión destinada a sobrevolar cuerpos más allá de Neptuno, el primero de ellos sería el sistema comprendido por Plutón, Caronte y otras lunas menores, y posteriormente, alcanzar a Arrokoth. Lanzada el 19 de enero de 2006, 7 meses antes de haberle cambiado la categoría de planeta a planeta enano a Plutón, iniciaba una travesía que aprovecharía a Júpiter en una asistencia gravitacional para explorar el cinturón de Kuiper, más allá de Neptuno.
Además de los objetivos científicos de las diferentes misiones, existía un valor agregado, el de dejar un mensaje para futuros viajeros espaciales, las sondas Pioneer 10 y 11 contaban con una placa dorada y las Voyager 1 y 2 con un disco dorado. Fueron diseñadas con la idea de que algún día puedan ser encontradas por otras civilizaciones, o nosotros mismos, en un futuro lejano, y quede como un registro de la existencia de la humanidad y una pequeña muestra de la cultura del momento.
La placa dorada a bordo de las Pioneer está hecha con una aleación de aluminio reforzada, cubierta con una fina capa de oro y mide 22.8 centímetros de ancho por 12.2 centímetros de alto. Dentro de ella se encuentran 5 símbolos:
Arriba a la derecha se muestra una reconstrucción de dos átomos de hidrógeno, cada uno con un único protón y electrón, enlazados entre sí como una molécula neutra. Debido a efectos cuánticos, el spin; representado como una flecha de punta redonda que apunta arriba o abajo, de los electrones se invierte periódicamente; este fenómeno es conocido como transición hiperfina, y sirve como unidad básica de tiempo. Además, en ese mismo lapso la luz alcanza a recorrer aproximadamente 21 centímetros, usado como unidad básica de longitud.
En la parte inferior aparece un mapa del sol y los nueve planetas; en esa fecha Plutón aún era considerado como tal, e indica el origen de la sonda y un impreciso boceto de la trayectoria.
En la parte derecha se aprecian un hombre saludando y una mujer, al lado de la cual se encuentra una referencia de altura; 1.68 metros, mostrada en código binario partir de la ya mencionada transición hiperfina del hidrógeno diatómico. Se busca mostrar aspectos generales de la morfología humana basada en dibujos de Leonardo da Vinci.
Detrás de las figuras humanas se encuentra una representación poco detallada de la sonda Pioneer con tamaño a escala respecto a las personas.
Quince líneas surgen del mismo origen, catorce de ellas representan la dirección y distancia relativa entre el sol y varios púlsares. Cada una de ellas cuenta con el periodo; tomando como referencia base la transición hiperfina del hidrógeno, en código binario de pulso. A pesar de que la posición cambie en el futuro, se espera una civilización inteligente sea capaz de inferir el origen de la sonda. Por otro lado, una línea larga que se extiende hacia la derecha representa la distancia y dirección entre el sol y el centro de la vía Láctea.
Inspirándose en las placas doradas, a bordo de las Voyager 1 y 2 se enviaron 2 discos dorados idénticos; uno en cada una, también conocidos como Voyager Golden Record. Estas eran una extensión del mensaje ya lanzado, agregando ahora, gracias a ser discos fonográficos, la posibilidad de reproducir música y a partir de esas mismas señales reconstruir imágenes, todas estás siendo pequeñas muestras de nuestro planeta, cultura y personajes importantes.
Tallada directamente en un solo lado del disco, se pueden observar 4 dibujos principales, dos de los cuales ya habían aparecido en la placa de las Pioneer; el mapa del sol en la galaxia y el diagrama del hidrógeno neutro. La nueva versión cuenta con instrucciones sobre como reproducir el sonido y las imágenes.
A bordo de la sonda New Horizons se encuentran, entre otras cosas, parte de las cenizas de Clyde Tombaugh, descubridor de Plutón y dentro de un disco duro, cuatrocientos ochenta mil nombres de personas de todo el mundo.
A aquellos mensajes en una botella lanzados al mar, como Carl Sagan llamó a las placas y discos dorados, les esperan miles de años derivando por el universo, siendo un juguete de la gravedad de las estrellas a las cuales se aproximarán. Las probabilidades de ser encontradas por una civilización diferente a la nuestra son casi nulas, sin embargo, es una muestra que perdurará intacta por un muy largo periodo de tiempo.
Esta entrada fue modificada por última vez en 12/09/2022 15:33
Jefe de sección Cosmos. Especialista del programa lunar Apollo, mecánica celeste e impresión 3D. Universidad Nacional de Colombia.