En el sistema solar encontramos una gran variedad de mundos de diferentes tamaños, características y temperaturas. Los anillos que acompañan a Saturno es uno de los más conocidos y peculiares. Desde su descubrimiento por Galileo y su correcta observación por Huygens, se ha creado una gran pasión por el público y los investigadores para entenderlos mejor. Desde pasadas sondas que sobrevolaron el planeta, como Galileo, las Voyager y Pioneer 11 y el orbitador Cassini, hasta actualmente con Hubble y Webb se hace un constante seguimiento para entender mejor su evolución en el tiempo.
La humanidad apareció en un momento ideal para observar los anillos de Saturno, dado que estos están desapareciendo lentamente. Se piensa pudieron haberse formado por una luna que se destrozó por fuerzas de marea al impactar contra el planeta. Según los modelos actuales aparecieron astronómicamente hace poco, alrededor de 100 millones de años. 50 millones antes se habría producido la colisión, inclinándolo ligeramente, pero dejando suficiente material en órbita para formar las llamativas estructuras, parte del material podría haberse aglutinado para formar las llamadas lunas pastoras.
Los anillos, además de ser visualmente muy llamativos, son un increíblemente complejo ecosistema. Compuestos principalmente por polvo de gran tamaño, muchos fragmentos y una considerable cantidad de hielo, cuentan con un sistema que les permite mantenerse estables. Entre los diez anillos hay pequeñas lunas que se encargan de moldearlos y dividirlos.
Gracias a un nuevo estudio, empleando imágenes del telescopio espacial Hubble y la sonda Cassini, astrónomos encontraron un interesante fenómeno asociado con los anillos. Los fragmentos de hielo y polvo más cercanos pueden estar cayendo sobre el planeta, generando una lluvia que calienta la región ecuatorial, afectando el clima en las zonas cercanas.
Esto se conoció gracias a la detección de un exceso de radiación ultravioleta en una línea espectral del hidrógeno. La explicación más plausible es una lluvia constante de fragmentos de hielo, que solamente podrían caer de forma constante de prevenir de los anillos. Estos pueden alterar su órbita por varios motivos, como micrometeoritos, rayos cósmicos o fuerzas electromagnéticas.
Gracias a registros históricos de las sondas Voyager 1 y 2, Cassini y Hubble se ha podido estudiar estos cambios a lo largo del tiempo. Aunque originalmente se creía que las variaciones grandes de radiación UV eran problemas de los instrumentos. Para poder ofrecer una respuesta concreta fue necesario emplear el instrumento STIS de Hubble, capaz de capturar imágenes de espectrografía del planeta.
Usando las mediciones de Hubble como sistema de calibración, se compararon datos de hasta cuatro décadas. Estos mostraban una nula variación entre las diferentes estaciones del año de Saturno. Incluso con los propios ciclos solares. La investigación continua para tener seguridad en la explicación, de ser cierto ofrece una gran herramienta para encontrar y estudiar anillos planetarios en mundos más allá del sistema solar.
Esta entrada fue modificada por última vez en 02/04/2024 20:45
Jefe de sección Cosmos. Especialista del programa lunar Apollo, mecánica celeste e impresión 3D. Universidad Nacional de Colombia.