Octavio Alonso
Si dejamos al lobo cuidar del rebaño todos podemos imaginar el resultado final. Vivimos una situación extrema, el lobo marca las normas en reuniones y cumbres del clima. Acuerdos que nunca se cumplen, palabras bonitas carentes de acción, una farsa que nos lleva al abismo. Hablamos de cambios irreversibles en escalas temporales de cientos a miles de años.
Los efectos visibles del cambio climático se han intensificado en los últimos años. El deshielo de los glaciares a marchas aceleradas, el aumento del nivel del mar a niveles del récord, los fenómenos meteorológicos extremos que causan graves daños personales y materiales. Los últimos ocho años han sido los más cálidos desde que hay registros, un cóctel letal del que informan organizaciones como la «Organización Meteorológica Mundial» mientras los dirigentes de los países más contaminantes miran para otro lado.
En 2021, las concentraciones de los principales gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) volvieron a alcanzar niveles sin precedentes. El aumento anual de la concentración de metano fue el más alto jamás registrado. Según los datos de las principales estaciones de monitoreo, los niveles atmosféricos de los tres gases de efecto invernadero siguieron aumentando en 2022.
En amplias zonas del hemisferio norte las condiciones fueron excepcionalmente cálidas y secas. China sufrió la ola de calor más extensa y pertinaz desde que se tienen registros nacionales y el segundo verano más seco del que se tiene constancia. agosto.
Vastas zonas de Europa se vieron afectadas por repetidos episodios de calor extremo. El 19 de julio se batió un récord nacional en el Reino Unido, cuando la temperatura superó los 40 °C por primera vez. A ello se sumaron incendios forestales y una persistente y perniciosa sequía. En África oriental, las precipitaciones han estado por debajo de la media durante cuatro estaciones de las lluvias consecutivas (algo que jamás había ocurrido en los últimos 40 años) y todo apunta a que la estación actual también podría ser seca.
El océano almacena alrededor del 90 % del calor que se acumula como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero debidas a las actividades humanas. La capa superior del océano, hasta los 2 000 metros de profundidad, siguió calentándose y alcanzó niveles récord en 2021 (el último año para el que se dispone de datos).
En los Alpes europeos, el deshielo de los glaciares batió récords en 2022. Se midieron pérdidas medias de espesor de entre 3 y más de 4 metros en el conjunto de los Alpes, valores notablemente superiores a los de 2003, el último año en el que el deshielo fue más destacado.
Se estima que el nivel medio del mar a escala mundial ha subido 3,4 ± 0,3 mm al año a lo largo del período de 30 años durante el cual se han recopilado datos altimétricos satelitales (1993-2022). Esta aceleración se debe a la intensificación del deshielo.
La extensión del hielo marino en el Ártico estuvo por debajo de la media a largo plazo (1981-2010) durante la mayor parte del año.
Se estima que la temperatura media mundial de 2022 superará en aproximadamente 1,15 (de 1,02 a 1,28) °C la media del período 1850-1900. Los años que conforman el intervalo comprendido entre 2015 y 2022 son los más cálidos de los que se tiene constancia.
Necesitamos un cambio drástico porque la habitabilidad del planeta corre serio peligro. Las medidas tomadas por los gobernantes son claramente insuficientes, los compromisos climáticos de los países nos llevan inequívocamente a un punto de no retorno. El lobo no puede cuidar de las ovejas, los intereses económicos priman mientras la crisis climática se intensifica. Palabras y acuerdos vacíos, compromisos a la largo plazo que nunca se cumplen.
No hay un mañana al que aplazar las decisiones, los cambios y los compromisos deben empezar a implementarse ya, y aún así vamos tarde.
Esta entrada fue modificada por última vez en 13/11/2022 12:59