¿Cuánto vale una piedra?
Esperanza Fernández, Universidad de LeónA esta pregunta, la mayoría de las personas responderán con un “depende”. Y tendrán razón. Depende, por ejemplo, de si hablamos de minerales estratégicos –imprescindibles para el funcionamiento de los aparatos electrónicos y que suelen alcanzar altos precios en el mercado– o de los cantos y arenas que encontramos en un río que, por ser elementos comunes, suelen ser muy baratos.
Al responder así estamos considerando el llamado valor de aprovisionamiento, es decir, el precio de un recurso geológico utilizado para crear alguno de los objetos en los que se basa nuestra cultura.
La dunita, una roca muy especial
Pero ¿puede un mineral o una roca, o incluso una gran formación geológica, tener un valor diferente? Veamos como ejemplo una roca llamada dunita, que se encuentra en algunas islas generadas por actividad de volcanes, como Lanzarote.
Esta roca está formada por un mineral verde, el olivino, usualmente rodeado de lava solidificada de color negro. Como el olivino es un mineral que soporta altas temperaturas, las dunitas se explotan para obtener materiales con los que fabricar los ladrillos refractarios que recubren, por ejemplo, barbacoas y chimeneas.
Pero además, desde un punto de vista científico, las dunitas nos proporcionan una información muy interesante: el olivino rodeado de lava procede directamente del manto superior de la Tierra y, por tanto, su estudio nos permite conocer esta zona inaccesible del planeta.
Y, puesto que las dunitas son rocas frecuentes en lugares de gran interés turístico, tienen también un valor para quienes buscan aprender sobre la naturaleza del sitio que visitan.
Por último, como ocurre con todas las rocas, las dunitas forman parte de una cadena de reciclado de los materiales del planeta, el llamado ciclo de las rocas. Sin estos procesos, la superficie de la Tierra sería un lugar muy parecido a la Luna, con pocas posibilidades para el desarrollo de la vida.
El valor cultural de la naturaleza
Los diferentes valores de las rocas que he comentado pertenecen al llamado enfoque ecosistémico. Se trata de un conjunto de estrategias cuyo objetivo es gestionar nuestro planeta teniendo en cuenta lo que este aporta a los seres humanos y buscando su gestión sostenible. Este enfoque considera tres valores principales:
Aprovisionamiento. Un ejemplo es el uso de la dunita para fabricar materiales refractarios.
Regulación. Su importancia dentro de los ciclos planetarios.
Cultural. Su interés científico, educativo o recreativo.
Teniendo en cuenta estos valores, no nos debe extrañar que dentro del patrimonio natural tenga cabida el llamado patrimonio geológico. Está constituido por elementos abióticos (rocas, minerales, fósiles, agua, etc.) y lugares que tienen un valor cultural en el sentido indicado anteriormente. Es decir, que aportan información científica, que sirven para enseñar cómo funciona nuestro planeta o cómo fue en el pasado, o que proporcionan escenarios para el disfrute físico y emocional de las personas.
Desde un punto de vista legal, la existencia del patrimonio geológico fue ratificada en España en el año 2007, con la promulgación de la Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. Aunque esta ley ha tenido cambios posteriores, el concepto y otros aspectos relacionados con el patrimonio geológico apenas ha variado.
Lugares de interés geológico
El patrimonio geológico se organiza mediante inventarios de lugares de interés geológico (LIG). Se trata de listados elaborados por especialistas en diferentes disciplinas geológicas que conocen bien el territorio donde se realizan.
Al hacer estos inventarios, lo difícil es elegir los criterios que hay que utilizar para valorar cada lugar y decidir si debe o no formar parte de un inventario. Entre estos criterios se encuentran el interés científico, que el lugar sea característico de la geología del sitio donde está o, al revés, que no sea habitual en ese territorio.
También se utilizan otros criterios más relacionados con el uso público del lugar, como la facilidad de acceso, la proximidad a lugares con otros valores naturales y su atractivo estético.
Inventarios nacionales e internacionales
En gran medida, los criterios utilizados dependen del objetivo de cada inventario, que suele estar muy relacionado con su nivel jerárquico. Así, tenemos un inventario de lugares con interés a nivel internacional (llamado Global Geosites) que reúne sitios de altísimo valor científico.
A un nivel nacional, tenemos el Inventario Español de Lugares de Interés Geológico (IELIG). Se trata de un listado muy detallado que está coordinado por expertos del Instituto Geológico y Minero de España. El interés principal de estos lugares es científico, pero se tienen también en cuenta algunos otros valores como el educativo o el turístico.
También en España, varias comunidades autónomas tienen sus propios inventarios de patrimonio geológico. Exponer la situación en este nivel es complicado porque hay mucha diversidad. Algunas regiones que tienen inventarios completos e incluso estrategias de geodiversidad, como el País Vasco o Andalucía. Mientras que otras sólo tienen algunos inventarios provinciales o incluso cuentan exclusivamente con listados antiguos y poco rigurosos.
En contraste con esta situación, determinados territorios con figuras de protección (como parques nacionales) o que pertenecen a programas de la UNESCO (como las Reservas de la Biosfera o los Geoparques) tienen también sus propios inventarios de patrimonio geológico. Estos listados incluyen siempre lugares con interés científico pero, sobre todo, contienen numerosos sitios físicamente accesibles y que muestran contenidos geológicos comprensibles para el público general.
Numerosos municipios españoles, especialmente los emplazados en entornos naturales, pero también algunas ciudades, están comenzando a desarrollar listados de lugares geológicos con valor turístico. Un caso muy especial es Segovia, una ciudad con una larga trayectoria en difundir su patrimonio geológico urbano.
“Menos da una piedra”, dice el refrán. Pero las rocas son elementos que han aportado muchísimo a nuestra cultura. Casi todo lo que nos rodea está formado a partir de ellas o requiere algún producto que se extrae de las mismas.
Además, a partir de las rocas obtenemos conocimientos sobre el funcionamiento de nuestro planeta y, por tanto, sobre cómo reaccionar ante los cambios que ahora estamos empezando a conocer. Y nos proporcionan deleite físico, emocional e intelectual. Es el momento de olvidar algunos refranes y de comenzar a disfrutar del enorme patrimonio geológico que está a nuestro alcance.
Esperanza Fernández, Profesora de Universidad. Especialista en patrimonio geológico, Universidad de León
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.