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Los dinosaurios más veloces del planeta

Los dinosaurios más veloces del planeta

Los carcharodontosaurios son dinosaurios carnívoros (de la familia de los terópodos) que andaban a dos patas. Vivieron en el Cretácico Inferior (hace unos 120 millones de años). Universidad de La Rioja / Francesc Gascó
Angelica Torices Hernandez, Universidad Complutense de Madrid y Pablo Navarro Lorbés, Universidad de La Rioja

La primera visión que se dio de los dinosaurios era muy distinta a la que impera hoy en el mundo de la paleontología. El escultor Benjamin Waterhouse Hawkins, bajo la supervisión científica de Sir Richard Owen, celebre paleontólogo y director del Natural History Museum de Londres, dio forma por primera vez en la historia a los dinosaurios en el Crystal Palace de Londres en 1854.

Dinosaurios del Palacio de Cristal de Londres, diseñados y esculpidos por Benjamin Waterhouse Hawkins bajo la supervisión científica de Sir Richard Owen. Wikimedia Commons / Loco Steve, CC BY-SA

Los animales que mostró Owen eran pesados y lentos, incluso algo torpes. Pero esa visión ha cambiado enormemente gracias a descubrimientos como el esqueleto completo de Deinonychus y al estudio de restos fósiles como las huellas de dinosaurios. Gracias a estos hallazgos se ha podido demostrar que los dinosaurios eran animales perfectamente adaptados a su medio y más parecidos a las aves, de las que son sus ancestros, que a esos reptiles pesados que Waterhouse recreó a finales del siglo XIX.

La familia de los dinosaurios más veloces

Los dinosaurios que han atraído en mayor medida la atención y fascinación del público han sido los dinosaurios terópodos. A este grupo pertenecen algunas de las especies más famosas, como Velociraptor y Tyrannosaurus rex. Es a este grupo al que pertenecen también todas las aves actuales, que derivan de un pequeño grupo de terópodos emplumados que sobrevivieron a la extinción ocurrida a finales del Cretácico, hace 66 millones de años.

Eran generalmente animales bípedos (caminaban sobre dos patas), con largas colas y cabezas relativamente grandes, que albergaban unas poderosas mandíbulas y dientes afilados.

En este grupo, el tamaño podía variar mucho de unas especies a otras. Desde animales diminutos como Parvicursor remotus, de apenas 150 gramos de peso, hasta gigantes como Spinosaurus aegyptiacus o Tyrannosaurus rex que podían alcanzar las 8 toneladas de peso.

Entre ellos, los estudios paleontológicos apuntan a que probablemente los más rápidos, los mejores corredores, se encontrarían en el rango entre los 100 y los 1000 Kg. En este rango de peso se encontrarían animales que debían ser rápidos tanto para cazar a sus presas como para huir de depredadores de mayor tamaño que ellos.

Las huellas que han sido estudiadas en La Rioja apuntan a un terópodo que se encontraría precisamente en este rango de tamaño, y que podría haber alcanzado los 300 Kg.

Aunque a partir de las huellas es complicado determinar la especie o grupo exacto de animal que las produjo, gracias al registro fósil podemos proponer candidatos.

Hay dos grupos de terópodos que podrían haber dejado sus huellas en esta zona y en esta época: un Carcharodontosaurido o un Espinosáurido. Ambos grupos de dinosaurios terópodos se encontraban en la península ibérica en el Cretácico Inferior, como demuestran algunas especies descubiertas en España como Concavenator corcovatus (carcharodontosáurido) o Vallibonavenatrix cani (espinosáurido).

Por sus huellas sabemos cuánto corrían

Durante la década de los 70 del pasado siglo, el zoólogo británico Robert McNeil Alexander desarrolló un método para calcular la velocidad de los dinosaurios a partir de sus huellas, en función de la longitud de zancada y la altura de la extremidad. Para su trabajo utilizo observaciones realizadas en mamíferos moviéndose y en experimentos con sus hijos corriendo por la playa.

McNeil Alexander desarrolló una fórmula matemática que publicó en Nature, en la que relacionaba estos factores y permitía estimar la velocidad a la que corre el animal a partir de las huellas que deja su pisada. De esta fórmula se deduce que cuanto mayor es la longitud de la zancada, mayor es la velocidad a la que corre el animal que dejó las huellas. A lo largo de los años se han realizado numerosos estudios que han refinado la formula, pero su esencia permanece.

A pesar de la gran cantidad de huellas y rastros de dinosaurios que se han encontrado en todo el mundo, lo cierto es que las velocidades que de ellas pueden extraerse no suelen ser elevadas. La mayoría de los dinosaurios caminaba, no corría. Como hoy en día, estos animales conservaban la energía disponible corriendo sólo en momentos puntuales. Pero en yacimientos únicos en el mundo, se han encontrado huellas que demuestran que algunos dinosaurios podían correr a grandes velocidades.

Los medalla de bronce de los dinosaurios corredores

Dos de estos yacimientos se encuentran en La Rioja (España). Un equipo de paleontólogos de varias universidades, liderados por el investigador de la Universidad de la Rioja Pablo Navarro (coautor de este artículo) ha calculado la velocidad a la que corrían estos dinosaurios según sus rastros. El estudio se ha publicado recientemente en la revista Scientific Reports.

Los dos rastros que aparecen en los yacimientos de La Torre 6A y La Torre 6B, que datan del Cretácico Inferior (hace entre 145 y 100 millones de años), han permitido calcular que aquellos dinosaurios podían correr a 45 Km/h. Solo otros dos rastros en Utah (EEUU) superan esta velocidad, convirtiendo a los riojanos en los medalla de bronce de los dinosaurios de la Tierra.

Estas huellas se encuentran repartidas en dos rastros diferentes: La Torre 6A que consta de 5 huellas, de un rastro de 6 ya que una de las huellas intermedias ha sido destruida por la erosión; y La Torre 6B, que consta de 7 huellas.

Las impresiones que dejaron estos dinosaurios muestran tres dedos acabados en garras, con longitudes de alrededor de 30 cm. Con esta dimensión de huella, llama la atención las enormes distancias de paso que se han medido en estos yacimientos. Alguna llega a los 2,87 metros de distancia entre huellas.

Huella del yacimiento de La Rioja. Muestra tres dedos acabados en garras, con longitudes de alrededor de 30 cm.

Prueba de agilidad

Los rastros de los yacimientos de La Torre no sólo muestran elevadas velocidades. En uno de los casos se observa que el animal fue capaz de maniobrar y cambiar de dirección a gran velocidad, mostrando una considerable agilidad. Esta agilidad y la capacidad de correr tan rápido seguramente les convertía en unos depredadores formidables, permitiéndoles cazar presas que no andaban a la zaga en términos de velocidad y agilidad, como ocurre hoy en día.

Los dinosaurios que produjeron estas huellas poseían una altura hasta la cadera de entre 1.1 y 1.4 metros, medían unos 4-5 metros de largo y eran terópodos (dinosaurios carnívoros que caminaban sobre dos patas).

El ambiente que existía en La Rioja durante el Cretácico Inferior era el de una zona llana y lacustre, que probablemente sufría cambios en el nivel de sus aguas. Durante una de estas variaciones fue cuando los sedimentos quedaron expuestos y sobre ellos corrieron estos dinosaurios, dejando sus huellas impresas y permitiéndonos hoy conocer un poco más sobre ellos.

Dinosaurio dejando sus huellas impresas, separadas entre sí hasta tres metros.

Debido a la escasez de rastros de dinosaurios en carrera, resolver a qué velocidades podían correr y cómo se movían se ha abordado también desde otros puntos de vista. Gracias a algunos restos de dinosaurios muy completos, se han podido realizar estudios biomecánicos que permiten estimar las velocidades que alcanzaban, y que hemos confirmado con los descubrimientos realizados en La Rioja.

Es probable que nunca lleguemos a conocer exactamente cuáles eran las capacidades de estos animales extintos a la hora de moverse, alimentarse e interactuar con otros individuos y con su entorno. Pero los nuevos descubrimientos que se realizan cada año nos permiten conocer cada vez un poco mejor cómo eran en realidad estas asombrosas criaturas que llevan siglos fascinándonos.

Angelica Torices Hernandez, Profesor Ayudante Doctor UCM; Directora académica de la Catedra de Paleontología Universidad de La Rioja, Universidad Complutense de Madrid y Pablo Navarro Lorbés, Estudiante de doctorado, Universidad de La Rioja

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Esta entrada fue modificada por última vez en 30/12/2021 17:08

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