Islas Atlánticas de Galicia, el paraíso donde termina Europa

Los archipiélagos de Cortegada, Sálvora, Ons y Cíes que forman el Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia, y el contrastado paisaje verde azulado que los caracteriza, están, por el hecho mismo de ser islas, fuertemente influenciados y ligados al mar. En este contexto, es fácil entender que el valor ecológico del medio marino sea incalculable, y que entre sus aguas se conserven algunos de los ejemplos más representativos de ecosistemas marinos atlánticos, los cuales atesoran una gran riqueza biológica.

 

El medio marino del Parque es un mosaico de hábitats distintos que sustentan una extraordinaria diversidad de especies de flora y fauna. Son importantes comunidades como los bosques de algas pardas (Saccorhiza polyschides y Laminaria spp.), o las asociadas a fondos como los de Mäerl, y también encontramos hábitats definidos como de interés comunitario o prioritarios dentro de la Directiva Habitats de la Unión Europea, como los arrecifes, lagunas, o bancos de arena cubiertos permanentemente por agua marina poco profundos.

El estado de conservación de estos ecosistemas marinos es en general bueno, aunque son susceptibles de verse dañados por algunas actividades humanas, como en el caso de la contaminación por hidrocarburos procedentes del tráfico marítimo o por otros contaminantes provenientes de la ría. También existe riesgo de sobreexplotación de recursos pesqueros y de uso de artes y técnicas de pesca dañinas para el medio marino. El trabajo del Parque Nacional para evitar que esto suceda consiste en vigilar el cumplimiento de la normativa existente y en regular las actividades que se llevan a cabo dentro de su territorio para que se desarrollen de forma sostenible, de forma que los ecosistemas naturales no se vean afectados.

En cuanto al medio terrestre, fuertemente influenciado también por la proximidad del océano, destacan los sistemas dunares, los acantilados y los matorrales de tojo y brezo. También en la parte emergida de las islas encontramos hábitats considerados como de interés comunitario o prioritarios por las directivas europeas, como las dunas grises, los matorrales litorales aerohalinos o los brezales húmedos atlánticos meridionales.

El principal problema para la conservación en este medio ha sido la presión humana. En las islas, sobre todo en Cíes, las plantaciones de eucaliptos, pinos y acacias han desplazado en varias zonas a la vegetación autóctona. La erradicación de estas especies alóctonas es un proceso a muy largo plazo en el que ya se está trabajando, cuyos resultados se apreciarán de forma gradual.

El pisoteo representa también un problema que afecta sobre todo a la vegetación de playas y dunas, en las que la presión turística se deja sentir especialmente, por lo que se está actuando para que estas zonas de alto valor ecológico no resulten irreversiblemente dañadas. Los vallados que rodean parte de los sistemas dunares que encontramos en las Islas Atlánticas responden a esta necesidad de protección de estos frágiles y valiosos ecosistemas.

En la actualidad se están llevando a cabo actuaciones para desarrollar una adecuada gestión del uso público, los residuos en las islas, la navegación y fondeo de embarcaciones, la pesca y el marisqueo, etc. Todo ello debe ir unido a una mejora del conocimiento científico sobre el medio que sirva de base para una mejor gestión, por lo que se están realizando estudios para disponer del mayor número de datos posible sobre el medio natural y los aspectos culturales del Parque. El Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional, de reciente aprobación, constituye el principal instrumento de gestión, y en un futuro también se elaborarán probablemente varios planes sectoriales que regulen aspectos más concretos de la gestión, como un plan de ordenación de los recursos marinos o un plan de uso público.

Una década después del accidente del petrolero Prestige en noviembre de 2002, los resultados de los trabajos científicos realizados en las zonas del Parque Nacional las Islas Atlánticas de Galicia afectadas por el vertido, revelan que la mayor parte de sus consecuencias negativas han sido ya superadas. La principal repercusión todavía relacionada directamente con el fuel es el descenso de la población de cormorán moñudo, para el que se ha elaborado un plan de recuperación específico.

El Parque Nacional está adherido al convenio internacional OSPAR sobre la conservación de ecosistemas marinos, la salud humana y las áreas marítimas afectadas por contaminación grave. En el apartado destinado a las aves marinas se incide en que, pese a la mortalidad detectada durante la marea negra, posteriormente, el fuel tuvo un «efecto reducido» sobre la mayor parte de las aves marinas invernantes, que incluso han aumentado en número.

Aunque al ser islas y constituir unidades geográficas distintas la historia de cada archipiélago presente sus propias particularidades, todas ellas han pasado por situaciones similares debido a su relativa proximidad y por cercanía a la costa. Así, fueron ocupadas por distintas órdenes monásticas durante la Edad Media, fueron propiedad de la Iglesia, aforadas a nobles de la época, atacadas por invasores que las usaron como base de sus incursiones a la costa, en ellas se desarrollaron empresas salazoneras,…

La protección de los valores naturales de las islas se inicia en 1980 cuando el archipiélago de las Islas Cíes es declarado Parque Natural. Posteriormente, en 1988, le fue otorgado el título de zona ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves), que también se le dio al archipiélago de Ons en 2001. Cuando se empezó a plantear la creación del primer Parque Nacional gallego como representante de los sistemas ligados a las zonas costeras y la plataforma continental de la Región Eurosiberiana, se pensó en distintas áreas costeras e insulares como las islas Sisargas, Lobeiras, o la Costa da Vela. Finalmente, fueron los archipiélagos de Cíes, Ons, Sálvora y Cortegada los que fueron declarados Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia en la Ley 15/2002 de 1 de julio e iniciaron así una etapa conjunta en su historia.