Un planeta sin placas tectónicas, pero con metamorfismo
A diferencia de la Tierra, cuya corteza está formada por placas tectónicas que se desplazan lentamente, Venus presenta una superficie rígida y continua, sin evidencia de movimientos similares. En nuestro planeta, el proceso de subducción (cuando una placa se desliza bajo otra) es clave para regular el grosor de la corteza terrestre, provocando transformaciones en las rocas por efecto del calor y la presión. Estas transformaciones, conocidas como metamorfismo, contribuyen a la actividad volcánica y a la dinámica interna de la Tierra.
Venus, en cambio, no cuenta con subducción activa. Sin embargo, el nuevo estudio revela que su corteza, de aproximadamente 40 kilómetros de espesor en promedio y un máximo de 65 kilómetros, sí experimenta procesos metamórficos. Según los modelos desarrollados por el equipo científico, a medida que la corteza de Venus se engrosa, su base se vuelve tan densa que puede desprenderse y hundirse en el manto o llegar a fundirse.
Justin Filiberto, subdirector de la División de Investigación y Exploración de Astromateriales del Centro Espacial Johnson de la NASA y coautor del estudio, explica: “Eso es sorprendentemente delgado, dadas las condiciones del planeta. Según nuestros modelos, cuando la corteza se hace más gruesa, se vuelve inestable en su base”. Este mecanismo de desprendimiento o fusión no solo regresa materiales al interior del planeta, sino que también podría impulsar el vulcanismo.
Implicaciones para la evolución volcánica y atmosférica
Este hallazgo redefine nuestra comprensión de la geología venusina. Si bien no hay placas en movimiento, el estudio sugiere que Venus posee un ciclo interno que recicla materiales y alimenta erupciones volcánicas. La interacción entre la corteza, el manto y la atmósfera del planeta podría ser más activa y compleja de lo que se pensaba.
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Filiberto señala que este modelo aporta una nueva visión sobre la evolución de Venus: “Este desprendimiento o fusión puede devolver agua y elementos al interior del planeta, generando lava y fomentando erupciones volcánicas. Redefine cómo trabajan en conjunto la geología, la corteza y la atmósfera venusina”.
Para confirmar esta hipótesis, será esencial obtener datos directos de la superficie. Las futuras misiones de la NASA —DAVINCI (Investigación de Gases Nobles, Química e Imágenes de la Atmósfera Profunda de Venus) y VERITAS (Emisividad, Ciencia de Radio, InSAR, Topografía y Espectroscopía de Venus)—, junto con la misión EnVision de la Agencia Espacial Europea (ESA), se encargarán de estudiar en mayor detalle tanto la corteza como la atmósfera venusina.
Estas misiones podrán revelar si los procesos de metamorfismo y reciclaje están ocurriendo actualmente y cómo podrían estar vinculados a la actividad volcánica y a la evolución atmosférica del planeta.
“En realidad, no sabemos cuánta actividad volcánica hay en Venus,” concluye Filiberto. “Suponemos que es mucha, y las investigaciones lo respaldan, pero necesitamos más datos para estar seguros”.
Este estudio reescribe el papel de la corteza de Venus planteando nuevas preguntas sobre la evolución de los planetas rocosos y sus similitudes con la Tierra.