Este método dinámico, utilizado por Saracino y su equipo, podría permitir a la comunidad astronómica detectar muchos más agujeros negros y ayudar a descubrir sus misterios. “Cada detección que hagamos será importante para nuestra comprensión futura de los cúmulos estelares y de los agujeros negros que hay en ellos”, adelanta otro de los autores, Mark Gieles, de la Universidad de Barcelona (España).
La detección hecha en NGC 1850 marca la primera vez que se detecta un agujero negro en un joven cúmulo de estrellas (el cúmulo tiene solo unos 100 millones de años, un abrir y cerrar de ojos en escala astronómica). El uso de su método dinámico en cúmulos estelares similares podría revelar la presencia de un número aún mayor de agujeros negros jóvenes y arrojar nueva luz sobre cómo evolucionan.
Al compararlos con agujeros negros más grandes y viejos, situados en cúmulos más antiguos, la comunidad astronómica podría comprender cómo crecen estos objetos alimentándose de estrellas o fusionándose con otros agujeros negros. Además, trazar la demografía de los agujeros negros en los cúmulos estelares mejora nuestra comprensión del origen de las fuentes de ondas gravitacionales.