Eva Rodríguez
Existen una serie de contaminantes que el hombre ha producido en grandes cantidades, como los compuestos polifluoroalquilados y perfluoroalquilados (PFAS, por sus siglas en inglés). Estos agentes químicos, conocidos como ‘sustancias químicas para siempre’, se pueden encontrar desde en textiles, pinturas, cajas de pizza o productos de limpieza hasta en la espuma para combatir los incendios.
Son peligrosas para la salud humana y los ecosistemas, porque su toxicidad es persistente, se extiende por la atmósfera y pueden encontrarse en el agua de lluvia y nieve de las regiones más recónditas del planeta. Además, si el cuerpo humano los absorbe a través de los alimentos o el agua, este los acumula.
Si bien es cierto que en los últimos veinte años los valores de PFAS en el agua potable, las aguas superficiales y los suelos han disminuido drásticamente, debido a su prohibición y legislación sobre su uso al conocer su alta toxicidad, un estudio apunta que se ha superado el límite planetario de los niveles establecidos.
«El nivel general de conocimiento de los efectos en la salud humana de la exposición a los PFAS es desigual según el país o la región. En general es bajo y se podría hacer más para comunicar el problema. Necesitamos que la gente tenga un nivel de concienciación similar al de la contaminación por plásticos», dice a SINC Ian Cousins, autor principal del trabajo sobre la presencia y el transporte atmosférico de PFAS durante la última década.
Cousins, profesor del departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Estocolmo (Suecia), junto a su equipo y científicos de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH), han publicado los resultados de la investigación de laboratorio y de campo en la revista Environmental Science & Technology.