Curiosity ha progresado sorprendentemente en la montaña. En 2015, por ejemplo, el equipo capturó una imagen de “postal” de cerros distantes. Una mera mota dentro de esa fotografía es una roca del tamaño de Curiosity apodada Ilha Novo Destino y, casi siete años después, el vehículo ha pasado junto a ella en julio de camino a la región de los sulfatos.
El equipo planea pasar los próximos años explorando esta área, que comprende objetivos como el canal Gediz Vallis, que puede haberse formado durante una inundación al final de la historia del monte Sharp, y grandes fracturas cementadas que muestran los efectos del agua subterránea en una parte más alta de la montaña.
Diferentes estrategias para el mantenimiento
El equipo encargado de garantizar la supervivencia del rover cataloga todas y cada una de las grietas en las ruedas, prueba cada línea de código informático antes de que se transmita al espacio y perfora interminables muestras de rocas en el llamado Mars Yard del JPL, asegurando que Curiosity pueda hacer lo mismo de manera segura en el planeta rojo.
“Tan pronto como aterrizas en Marte, todo lo que haces se basa en el hecho de que no hay nadie alrededor para repararlo en 160 millones de kilómetros”, asegura Andy Mishkin, gerente interino de proyectos de Curiosity en el JPL, “se trata de hacer un uso inteligente de lo que está en el rover”.
El proceso de perforación del vehículo, por ejemplo, se ha reinventado varias veces desde su aterrizaje. En un momento, el taladro estuvo fuera de servicio durante más de un año, ya que los ingenieros rediseñaron su uso para asemejarse más a un taladro de mano.