Asimismo, la erosión y degradación de la costa por la acción humana podría afectar en gran medida a la gravedad de un posible maremoto. “Los procesos de subida del nivel del mar o procesos erosivos de la playa y de la protección natural que tienen las costas hacen que sean más vulnerables en caso de que haya un tsunami. Si hemos perdido arena o zona de costa y el agua puede penetrar más en el interior, cuando venga un tsunami, el efecto va a ser peor”, avisa el geólogo.
Gracias a estos registros, es posible establecer periodos de recurrencia que permitan alertar a las autoridades de posibles fenómenos, al igual que el tsunami histórico de Lisboa, que arrasó la costa andaluza en 1755 y que dejó a más de 1.000 muertos a su paso.
Desde el Ministerio del Interior, junto con el Instituto Geográfico Nacional y la Dirección General de Protección Civil, han desarrollado un Plan Estatal de Maremotos, en el cual identifican los riesgos de inundación por tsunami que podrían producirse en el territorio nacional.
Referencia:
Lario, J. et al. «Presence of boulders associated with an extreme wave event in the western Mediterranean (Cape Cope, Murcia, Spain): possible evidence of a tsunami» Journal of Iberian Geology (2023)