Un análisis reciente de las muestras traídas por la misión Chang’e 6 ha confirmado que el lado oculto de la Luna estuvo cubierto por un extenso océano de magma en sus primeras etapas de formación. Este hallazgo refuerza el modelo teórico de un océano de magma global, proporcionando nuevas pistas sobre la evolución geológica de nuestro satélite natural.
Fotografía de la sonda Chang'e 6 en el lado oculto de la Luna vista por el rover lunar. Créditos: CNSA.
Chang’e 6: La primera misión de retorno de muestras del lado oculto
En mayo de 2024, la sondaChang’e 6 despegó con la misión histórica de recolectar muestras del lado oculto de la Luna. Aterrizó en la cuenca Polo Sur-Aitken (SPA), la mayor estructura de impacto del satélite, y logró traer a la Tierra 1.935,3 gramos de material lunar en junio de 2024.
Esta misión es la segunda de China en recuperar muestras lunares, tras el éxito de Chang’e 5 en 2020, que obtuvo material del lado visible. Sin embargo, la importancia de Chang’e 6 radica en que es la primera vez que se estudia físicamente el lado oculto, una región que nunca es visible desde la Tierra.
Evidencia del océano de magma global
Los análisis realizados por científicos de la Academia China de Ciencias Geológicas, publicados en la revista Science, han confirmado la teoría del océano de magma lunar. Este modelo sostiene que, tras su formación, la Luna estuvo recubierta por un océano de roca fundida que persistió durante decenas o cientos de millones de años.
A medida que el magma se enfriaba, los minerales menos densos flotaban, formando la corteza lunar, mientras que los más pesados se hundían, creando el manto. Un remanente de este proceso es la capa KREEP, rica en potasio (K), tierras raras (REE) y fósforo (P), que se encuentra en regiones específicas del satélite.
Extracción del recipiente de muestras de la cápsula de descenso de la misión Chang'e 6. Fuente: CASC
Las muestras de Chang’e 6 revelaron que los fragmentos de basalto del lado oculto tienen una composición similar a los basaltos alcalinos recolectados por las misiones Apolo en el lado visible de la Luna. Sin embargo, presentan diferencias significativas en la proporción de ciertos isótopos de uranio y plomo, lo que indica que los procesos geológicos no fueron idénticos en ambas caras.
Además, los datos sugieren que los basaltos del lado oculto son más antiguos, con aproximadamente 2823 millones de años, lo que plantea preguntas sobre la historia volcánica de esta región.
La cuenca Polo Sur-Aitken y su impacto en la evolución lunar
La cuencaPolo Sur-Aitken, con 2500 kilómetros de diámetro y hasta 13 kilómetros de profundidad, es una de las mayores estructuras de impacto del sistema solar. Se cree que se formó hace unos 4300 millones de años tras el choque de un objeto gigantesco contra la Luna.
Los investigadores sugieren que este impacto modificó la química del manto en esta región, lo que explicaría las diferencias en la composición de las muestras recogidas por Chang’e 6 en comparación con las del lado visible.
Implicaciones para la exploración lunar y planetaria
La confirmación del modelo del océano de magma lunar es un avance crucial en la comprensión de la evolución de la Luna y, por extensión, de otros cuerpos planetarios rocosos. Como señaló el investigador Liu Dunyi, “sin muestras del lado oculto, era como resolver un rompecabezas con la mitad de las piezas faltantes”.
Los científicos continuarán analizando estos materiales para comprender mejor los efectos de los impactos gigantes y la evolución térmica de la Luna. Además, la región de la cuenca SPA podría contener información clave sobre los primeros impactos en el sistema solar y la formación del manto lunar.
Lugar de aterrizaje de la sonda Chang'e 6. La zona oscura corresponde a material basáltico del mar, las regiones azuladas a una mayor cantidad de titanio y contornos de altura con saltos de 100 metros. Créditos: NASA/Goddard/Arizona State University.
El análisis de las muestras de Chang’e 6 ha permitido confirmar que la Luna experimentó un océano de magma global, proporcionando evidencia física que respalda teorías previas basadas solo en el lado visible.
Las diferencias entre ambas caras del satélite reflejan procesos geológicos distintos, influenciados por impactos colosales y el enfriamiento progresivo del manto lunar. Estos hallazgos no solo enriquecen nuestro conocimiento sobre la Luna, sino que también aportan información valiosa para entender la historia temprana de la Tierra y otros planetas rocosos.
A medida que se realicen más análisis, es probable que surjan nuevos descubrimientos que transformen nuestra comprensión de la formación y evolución de la Luna.