Solo quisiera decir a todos los que siguen comprando cosméticos probados en animales (…), sin ustedes y los países que permiten las pruebas en animales, me quedaría sin trabajo. Estaría en la calle… Bueno, no en la calle, más bien en el campo, supongo, ya saben, como un conejo normal», declara Ralph. A pesar de su sufrimiento, levanta el dedo pulgar y dice que «no pasa nada». Tal vez esta fue una de sus últimas pruebas.