“Si durante el procedimiento del lanzamiento, que dura unas 10 horas, se detecta un mínimo factor de riesgo, se abortará la operativa de ese día y se iniciará de cero la próxima ventana de vuelo”, explica Torres, que aclara: “Siempre vamos a preferir retrasar el vuelo a acabar con un cohete despiezado”.
Todo ello implica que la compañía maneje un margen de oportunidades de vuelo entre abril y mayo, un rango que entra dentro de lo habitual en el sector de los lanzadores espaciales. “Nuestro objetivo es conseguir un hito para España y Europa, pero aún tenemos todo por demostrar”, concluye Ezequiel Sánchez.