La Starship de SpaceX, la empresa de Elon Musk, cada día está más apretada de calendario. Las pruebas deben sucederse a mayor velocidad si no quieren ser señalados como parte del problema cuando la NASA anuncie retrasos en la misión Artemisa 3.
Tras el primer vuelo, que terminó en espectacular fracaso al explotar la nave por los explosivos que llevaba, SpaceX no ha parado de trabajar en reparar la infraestructura dañada en aquel apocalíptico lanzamiento. Esto dio sus primeros frutos en junio, casi julio, cuando se probó la Starship S25. Pero hoy la prueba era más crítica al tratarse de la primera etapa del cohete, el Super Heavy. La misma que en el anterior vuelo destrozó la plataforma de lanzamiento y el suelo debajo de está.
La prueba era relativamente sencilla, encender los motores durante unos segundos para comprobar que todo funcionaba correctamente. Esto habilitaría pruebas, quizá esta vez ya, con la Starship situada encima del Super Heavy. O lo que es lo mismo, empezar a pensar en el segundo intento de lanzamiento del cohete completo.
La unidad sujeto de pruebas fue el S9, que es la unidad siguiente a la que se destruyó en el vuelo inaugural. Esto es igual a lo que se hizo con la Starship en junio, siendo la probada la S25.
En estos instantes inmediatamente continuos a la prueba aún no se sabe cuantos motores se encendieron en la prueba. Pero, la empresa informó que cuatro se apagaron de forma prematura. Esto es una aparente mejora respecto a las pruebas iniciales sin sistema de supresión de ruido por agua. Aun así, se requerirán mejoras, puesto que el encendido duró únicamente 2,74 segundos.
Otra buena señal de la prueba es que el agua seguía fluyendo a la plataforma de lanzamiento tras el encendido. Lo que implica que los daños a esta han tenido que ser mínimos, en caso de haberse producido alguno.