Nuevo descubrimiento del Hubble obliga a la NASA a replantear el futuro de la Vía Láctea

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Durante más de una década, los astrónomos han utilizado los datos del Telescopio Espacial Hubble de la NASA/ESA para estudiar la posible colisión entre la Vía Láctea y la galaxia de Andrómeda. Sin embargo, un nuevo análisis realizado con imágenes del Hubble y la ayuda de datos actualizados del satélite europeo Gaia, sugiere que esta colisión, antes considerada casi segura, podría no ocurrir en absoluto. Según la investigación, hay solo un 50% de probabilidad de que ambas galaxias colisionen en los próximos 10 mil millones de años.

Tres posibles futuros para el encuentro entre la Vía Láctea y Andrómeda: La evolución del acercamiento entre ambas galaxias dependerá de su distancia mínima en los próximos milenios. En el primer escenario, podrían simplemente pasar de largo con una separación de un millón de años luz. En el segundo, si llegan a unos 500 000 años luz, la fricción generada por la materia oscura podría arrastrarlas a un encuentro cercano. En el escenario más dramático, una separación de solo 100,000 años luz conduciría a una colisión directa y eventual fusión. Crédito: NASA, ESA y el Hubble Heritage Team (STScI/AURA)

Nuevas simulaciones desafían predicciones previas

Desde principios del siglo XX, los astrónomos han estado conscientes de que Andrómeda se dirige hacia nosotros. Ya en 1912, se notó su movimiento en nuestra dirección, aunque en ese entonces se creía que era solo una nebulosa. Fue gracias a observaciones modernas, especialmente las del Hubble a partir de 2012, que se reforzó la idea de una futura colisión frontal. Aquellas mediciones mostraban que el movimiento lateral de Andrómeda era prácticamente insignificante, lo que sugería una trayectoria directa hacia la Vía Láctea.

Las simulaciones anteriores preveían una colisión dentro de 4.5 a 5 mil millones de años, lo que generaría un espectáculo cósmico: formación masiva de nuevas estrellas, explosiones de supernovas, e incluso la posibilidad de que nuestro Sol fuera desplazado a otra órbita dentro de la galaxia fusionada. Sin embargo, la nueva investigación, publicada en Nature Astronomy y liderada por Till Sawala, astrónomo de la Universidad de Helsinki, cuestiona esa certeza.

El equipo internacional, que incluye investigadores de universidades en el Reino Unido, Francia y Australia, utilizó simulaciones por computadora con 22 variables diferentes y ejecutó más de 100 000 modelos de MonteCarlo para prever el comportamiento galáctico a largo plazo. Su conclusión es clara: el escenario de una fusión galáctica es tan probable como el de que ambas galaxias continúen su danza orbital sin llegar a colisionar.

Panorámica de Andrómeda
El mayor mosaico de la historia de la galaxia de Andrómeda compuesto por más de 600 imágenes. Créditos: NASA, ESA, B. Williams (University of Washington).

La nube de Magallanes podría alterar el destino cósmico

Uno de los factores nuevos considerados en este estudio es la influencia de galaxias satélite como M33 (compañera de Andrómeda) y la Gran Nube de Magallanes (LMC), que orbita la Vía Láctea. Estas galaxias ejercen fuerzas gravitatorias que modifican las trayectorias previstas.

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“La masa adicional de M33 atrae un poco más a la Vía Láctea hacia Andrómeda, pero también demostramos que la LMC desvía a nuestra galaxia del plano orbital, alejándola de un posible impacto,” explicó Sawala. Aunque esto no elimina por completo la posibilidad de una colisión, la hace menos probable.

Otra variable importante es la fricción dinámica entre los halos de materia oscura que rodean cada galaxia. Este proceso, que puede hacer que las órbitas se deterioren y eventualmente provoquen una fusión, solo ocurre si las galaxias se acercan lo suficiente. En muchos de los escenarios simulados, no sucede tal acercamiento, lo que permite que ambas galaxias sigan orbitándose sin fusión durante miles de millones de años más.

Incluso con esta nueva perspectiva, los astrónomos reconocen un pequeño margen de incertidumbre: existe un 2% de probabilidad de que ocurra una colisión directa dentro de 4 a 5 mil millones de años. No obstante, como destaca el estudio, para ese entonces el Sol ya se habrá vuelto inestable, y la vida en la Tierra probablemente será insostenible debido al aumento de la temperatura estelar dentro de aproximadamente mil millones de años.

“Es irónico que, con datos aún más precisos, ahora seamos menos seguros sobre el futuro de nuestra galaxia,” reflexionó Sawala. La complejidad del sistema y la acumulación de incertidumbres en cada variable hacen que las predicciones sean cada vez más matizadas.

astroaventura

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