Crisis en el espacio: Elon Musk y Donald Trump desatan conflicto que pone en jaque a NASA y al Pentágono

.

La extraña relación entre Elon Musk y Donald Trump saltó por los aires de la manera más espectacular posible anoche por redes sociales. Aunque esto era esperado por muchos, la sorpresa ha venido por la agresividad que han mostrado ambos. Pero en este medio lo más interesante ha sido la parte en la que el dueño de SpaceX anunció que retiraba del servicio a todas sus cápsulas Dragon. Esa fue la respuesta a que el presidente amenazase con rescindir todos los contratos del gobierno con las empresas del magnate. Aunque la situación parece haber desescalada notablemente durante la noche, merece la pena estudiar qué pasaría si se cumplen las amenazas.

Vista aérea del despegue del cohete Starship durante su novena misión de prueba, con la costa texana al fondo. Crédito: SpaceX

El mundo militar estadounidense en pánico

Los primeros en entrar en pánico fueron los analistas militares. En la actualidad, SpaceX es una pieza inamovible de la estrategia bélica espacial en Estados Unidos, gracias a su Falcon 9 y Falcon Heavy. Y aunque no tienen un monopolio en el lanzamiento de vehículos del ejército como si lo tienen de facto en el mundo comercial, son los encargados de lanzar la mayoría de las cargas.

Y el principal problema es que ninguno de sus competidores tiene tanta capacidad como para tapar rápidamente el agujero que dejaría la compañía de Elon Musk. United Launch Alliance sería la compañía propicia para hacerlo, aunque a un coste escandaloso que estaría cerca del doble del ofertado por SpaceX. Pero no podrían acaparar esos lanzamientos sin dejar a los pies de los caballos a Amazon, la gran plataforma de venta on line acaparará los vuelos del Vulcan hasta dentro de al menos dos años. El tiempo necesario para que Kuiper, su megaconstelación para competir con Starlink esté operativa conforme a lo solicitado por los reguladores.

Por último el Pentágono trabaja en desplegar dos constelaciones que requieren a SpaceX para construcción y lanzamiento de los satélites.  Starshield, que fabrica SpaceX íntegramente, y la de la Agencia de Desarrollo Espacial que fabrica parcialmente, y lanza mayoritariamente, está destinada a llevar la red de mando y control a miles de satélites en órbita baja. Además algunos de esos satélites estarían equipados para detectar lanzamientos de misiles balísticos, rastrearlos y monitorear otros satélites enemigos.

Imagen de un satélite Starshield desde el espacio
Fotografía capturada por un satélite Starshield en órbita baja terrestre donde se muestra la mayor parte de la parte superior del mismo. Fuente: USSF/SpaceX

La NASA aterrorizada ante la pérdida de la Dragon

Pero habría alguien que perdería incluso más con la prohibición de usar naves de SpaceX en Estados Unidos.

.

La NASA depende completamente de SpaceX para llevar a cabo la mayor parte de sus misiones espaciales. Tanto a la Estación Espacial Internacional, como a las futuras estaciones privadas que ya están en desarrollo, la nave Dragon es la única capaz de transportar astronautas en estos momentos. Aunque Boeing no ha cancelado oficialmente su cápsula CST-100 Starliner, sus problemas no han parado de crecer en ningún momento, lo que la hace poco idónea para un reemplazo de emergencia.

Además, es contratista habitual para lanzar varias misiones científicas, la más importante que sufriría un grave retraso si se cancelase su contrato sería Dragonfly. La única misión futura importante que sobreviviría a los masivos recortes de la administración Trump vería su lanzamiento y llegada a Saturno severamente retrasada. Debido a que el Falcon Heavy es el actual lanzador más potente en servicio, aparte del inutilizable SLS de las misiones Artemisa, el viaje pasaría de siete a nueve años.

CGI promocional del cohete MLV, anteriormente llamado Beta de Firefly Aerospace
Imagen por ordenador de como se verá el MLV, anteriormente denominado Beta de Firefly Aerospace, y que compartirá primera etapa con el Antares 330. Fuente: Firefly Aerospace

Y aunque poco acertado, esta situación justifica el comportamiento mesiánico de Elon Musk, tiene la sartén por el mango en lo que respecta al acceso al espacio de Estados Unidos.

Aunque una baza con la que juega el bando del presidente es la de deportarlo. Aunque con nacionalidad estadounidense, Musk es de origen sudafricano y su nacionalidad podría ser revocada con una firma de Trump. El proceso para despojarlo de SpaceX es uno que el gobierno ya recorrió antes con otra empresa de lanzamiento de cohetes, Firefly Aerospace. Su dueño, ucraniano, fue obligado a vender la compañía para que su control fuera estadounidense. Es una historia que debe tener en cuenta el empresario en su pelea con el hombre más poderoso del mundo, el presidente de los Estados Unidos de América.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *