Durante los periodos de lluvia y sequía en los árboles, el crecimiento del tronco adopta ritmos diferentes, dejando atrás estructuras similares a anillos que permiten conocer su edad y, además, crean un registro de las condiciones que vivió en esas épocas. Gracias a esto se ha encontrado evidencia de hasta tres aumentos considerables en la cantidad de C14 y que no se logra explicar por el comportamiento conocido del Sol. Además, se ha comparado con registros de Berilio 10 en el hielo Antártico, evidenciando igualmente picos en abundancia relativa de este isótopo.