La gran mayoría de asteroides en el sistema solar son fragmentos pequeños cuyo tamaño es de menos de 1m de diámetro o largo, y gracias a su gran abundancia también son los objetos más comunes en colisionar con los planetas. Dada nuestra densa atmósfera muchos objetos se destruyen antes de poder tocar suelo, sin embargo, los más grande y energéticos logran mantenerse casi completos hasta crear un enorme cráter. Estos impactos de cuerpos mayores calientan la roca cercana hasta fundirla, al mismo tiempo desplazan el material circundante para dar la mítica forma de cráter que todos conocemos.
¿Cómo pueden los fósiles salir del planeta?
Conociendo la frecuencia de impactos y como se mantienen muestras de seres vivos antiguos en la roca podemos pensar en como podrían llegar a salir de la Tierra. Cuando tenemos un impacto muy energético algunos fragmentos pueden conseguir un impulso hacia el espacio.
Nuestra atmósfera, aunque nos protege, es un limitante de los objetos que lograrían escapar al espacio, por ende, necesitamos de un impacto muy grande (como fue, el asteroide de Chicxulub, posible responsable de extinguir a los dinosaurios hace 65 millones de años) para otorgarle suficiente velocidad a pequeños fragmentos para lograr alcanzar la Luna y llevar microfósiles a la Luna.
Esto suena como un proceso muy complicado y poco efectivo, además de una posible desintegración del fragmento al impactar, sin embargo, sabemos es posible gracias a las misiones tripuladas a la Luna. Durante la misión Apolo 14 se encontró una roca procedente de la Tierra y bautizada como “Big Bertha”, estudios químicos lograron datarla en alrededor de 4 mil millones de años, siendo una de las muestras más antiguas de nuestro planeta. Lastimosamente no se encontraron indicios de vida primitiva en ella.