Cuatro descubrimientos astronómicos adelantados a su tiempo de la antigua Grecia

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Las Historias de Herodoto (484 a.C. a 425 a.C.) ofrecen una notable ventana al mundo tal como era conocido por los antiguos griegos a mediados del siglo V a.C. Sin embargo, casi tan interesante como lo que sabían es lo que no sabían. Esto marca la pauta para los notables avances en su capacidad de comprensión durante los siguientes siglos, simplemente confiando en lo que podían observar con sus propios ojos.

Herodoto afirmó que África estaba rodeada casi completamente por el mar. ¿Cómo lo sabía? Cuenta la historia de los marineros fenicios que fueron enviados por el Rey Neco II de Egipto (alrededor del 600 a.C.), para navegar alrededor de África continental, en el sentido de las agujas del reloj, comenzando en el Mar Rojo. Esta historia, si es cierta, cuenta la primera circunnavegación conocida de África, pero también contiene una interesante visión del conocimiento astronómico del mundo antiguo.

 

El viaje duró varios años. Habiendo dado la vuelta al extremo sur de África, y siguiendo el curso del oeste, los marineros observaron que el Sol quedaba a su derecha, sobre el horizonte. Esta observación simplemente no tenía sentido en ese momento porque no sabían aún que la Tierra tiene una forma esférica, y que hay un hemisferio sur.

 

1. Los planetas orbitan alrededor del Sol

Unos siglos más tarde, se habían hecho muchos progresos. Aristarco de Samos (310 a.C. a 230 a.C.) argumentó que el Sol era el “fuego central” del cosmos y colocó a todos los planetas entonces conocidos en su orden correcto de distancia alrededor suya. Esta es la primera teoría heliocéntrica conocida del sistema solar.

Desafortunadamente, el texto original en el que hace este argumento se ha perdido en las páginas de la historia, por lo que no podemos saber con certeza cómo la elaboró. Aristarco sabía que el Sol era mucho más grande que la Tierra o la Luna, y que debería tener la posición central en el sistema solar.

Sin embargo, es un hallazgo asombroso, especialmente si se considera que no fue “re-descubierto” hasta el siglo XVI, por Nicolás Copérnico, quien llegó a reconocer a Aristarco durante el desarrollo de su propio trabajo.

 

2. El tamaño de la Luna

Uno de los libros de Aristarco que sobrevivió trata sobre los tamaños y distancias del Sol y la Luna. En este extraordinario tratado, Aristarco expuso los primeros intentos de cálculo conocidos de los tamaños y distancias relativas al Sol y la Luna.

Se había observado durante mucho tiempo que el Sol y la Luna parecían tener el mismo tamaño aparente en el cielo, y que el Sol estaba más alejado. Se dieron cuenta de esto por los eclipses solares, causados por el paso de la Luna delante del Sol a una determinada distancia de la Tierra.

Además, en el momento en que la Luna está en el primer o tercer trimestre, Aristarco razonó que el Sol, la Tierra y la Luna formarían un triángulo en ángulo recto.

Como Pitágoras había determinado cómo se relacionaban las longitudes de los lados del triángulo un par de siglos antes, Aristarco usó el triángulo para estimar que la distancia al Sol era entre 18 y 20 veces la distancia a la Luna. También estimó que el tamaño de la Luna era aproximadamente un tercio del de la Tierra, basado en la cuidadosa sincronización de los eclipses lunares.

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Una reproducción del siglo X de un diagrama de Aristarco que muestra parte de la geometría que usó en sus cálculos. wikipedia, CC BY-SA

Aunque su distancia estimada con respecto al Sol era demasiado corta (la proporción real es de 390), debido a la falta de precisión telescópica disponible en ese momento, el valor de la proporción del tamaño de la Tierra con respecto a la Luna es sorprendentemente exacto (la Luna tiene un diámetro de 0,27 veces el de la Tierra).

Hoy en día, conocemos con precisión el tamaño y la distancia a la Luna por diversos medios, incluidos telescopios de gran precisión, observaciones de radar y reflectores láser dejados en su superficie por los astronautas del Apolo.

3. La circunferencia de la Tierra

Eratóstenes (276 a.C. a 195 a.C.) fue el bibliotecario jefe de la Gran Biblioteca de Alejandría, y un entusiasta de la experimentación. Entre sus muchos logros estaba el primer cálculo conocido de la circunferencia de la Tierra. . El famoso y sencillo método de Eratóstenes se basaba en la medición de las diferentes longitudes de las sombras proyectadas por los postes clavados verticalmente en el suelo, al mediodía en el solsticio de verano, en diferentes latitudes.

El Sol está lo suficientemente lejos como para que siempre que sus rayos alcancen la Tierra, sean realmente paralelos, como ya lo había demostrado Aristarco. Así que la diferencia en las sombras demostraba cuánto se curvaba la superficie de la Tierra. Eratóstenes usó esto para estimar la circunferencia de la Tierra en aproximadamente 40.000 Km. Esto está dentro del 2% de fallo en la estimación real, como se establece en la geodesia moderna (la ciencia que estudia la forma de la Tierra).

 

Más tarde, otro científico llamado Posidonio (135 a.C. a 51 a.C.) utilizó un método algo diferente y llegó prácticamente a la misma conclusión. Posidonio vivió en la isla de Rodas durante gran parte de su vida. Allí observó que la brillante estrella Canopus se encontraba muy cerca del horizonte. Sin embargo, en Alejandría, Egipto, observaba la elevación de Canopus a unos 7,5 grados sobre el horizonte.

Dado que 7,5 grados es 1/48 de una circunferencia, multiplicó la distancia de Rodas a Alejandría por 48, y llegó a un valor también de aproximadamente 40.000 km.

 

4. La primera calculadora astronómica

La calculadora mecánica más antigua del mundo es el Mecanismo de Anticitera. El asombroso dispositivo fue descubierto en un antiguo naufragio frente a la isla griega de Anticitera en 1900.

El dispositivo está ahora parcialmente fragmentado por el paso del tiempo, pero cuando estaba intacto se presentaba como una caja que contenía docenas de ruedas dentadas de bronce finamente trabajadas. Cuando se giran manualmente con una manivela, los engranajes engloban esferas exteriores que muestran las fases de la Luna, la sincronización de los eclipses lunares y las posiciones de los cinco planetas entonces conocidos (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno) en diferentes momentos del año.

No sabemos quién lo construyó, pero data de algún momento entre los siglos III y I a.C., e incluso puede haber sido obra de Arquímedes. La tecnología de engranajes con la sofisticación del mecanismo de Anticitera no se repitió en casi un milenio.

Lamentablemente, la gran mayoría de estos trabajos se perdieron en el tiempo y nuestro despertar científico se retrasó siglos. Como herramienta para introducir la medición científica, las técnicas de Eratóstenes son relativamente fáciles de realizar y no requieren ningún equipo especial, permitiendo a aquellos que acaban de empezar su interés por la ciencia entenderla haciendo, experimentando y, en última instancia, siguiendo los pasos de algunos de los primeros científicos.

Uno no puede sino especular dónde estaría ahora nuestra civilización si esta antigua ciencia hubiera tenido continuidad.

Gareth Dorrian  y Ian Whittaker The Conversation

 

Traducción AstroAventura

Derechos: Creative Commons