La década de los sesenta fue el escenario de una de las mayores revoluciones industriales y tecnológicas de la historia. Dos superpotencias compitieron entre sí por demostrar su poder y conquistar una barrera antes inalcanzable, el espacio. A lo largo de varios años, ambos bandos invirtieron gran cantidad de recursos en inventar y desarrollar lo necesario para destacar. Sin embargo, todavía se debate sobre cuál fue el verdadero vencedor de la carrera espacial, una pregunta no tan sencilla de responder.
Contrario a Estados Unidos, el programa nuclear soviético se enfrentaba a un gran problema, el alto peso de las ojivas. Fue necesario construir lanzadores con suficiente capacidad de carga para desplegar varias toneladas de explosivos a miles de kilómetros de distancia. Fue llamado R-7, y su razón de existencia sería un punto clave para la supremacía de la URSS en el inicio de la carrera espacial.
Empleando un R-7 modificado, el 4 de octubre de 1957, la Unión Soviética puso en órbita al primer satélite artificial. Sputnik era un pequeño objeto del tamaño de una pelota de baloncesto con la capacidad de emitir pulsos en radio, mostrando su posición. Este es considerado como el inicio de la carrera espacial.
Por otro lado, Estados Unidos tardaría en replicar la hazaña hasta el 1 de febrero de 1958 con el lanzamiento del satélite Explorer 1. El cual tenía un mayor propósito que solo ser el primero, ya que contaba con instrumentos para realizar experimentos científicos.
Mientras la Unión Soviética logró llevar a órbita a Laika en la misión Sputnik 2 y posteriormente a Yuri Gagarin en la cápsula Vostok el 12 de abril de 1961, Estados Unidos necesitó de casi un año más para desarrollar un lanzador con suficiente capacidad de carga. Por ello, la primera visita de un estadounidense al espacio fue efectuada por Alan Shepard en un vuelo suborbital y no sería hasta el 20 de febrero de 1962 que John Glenn lograría entrar en órbita terrestre.
La mayoría de la energía de las diferentes misiones espaciales; bien sea a órbita geoestacionaria o alcanzar otros mundos, corresponde a la necesaria para superar la gravedad terrestre y permanecer como mínimo en órbita baja terrestre. El éxito del lanzamiento del Sputnik I abrió a la humanidad las puertas de todo el sistema solar.
El primer destino era la Luna, un lugar cercano y relativamente de fácil acceso. Además de ser el objetivo propuesto por el presidente John F. Kennedy en su famoso discurso lunar de 1962 en la Universidad de Rice, Texas.
Para conquistar la Luna se requerían reconocimientos con sondas no tripuladas. La primera de ellas fue soviética, nombrada originalmente como Mechta 1 y conocida actualmente como Luna 1 ejecutó un sobrevuelo de 113 000 kilómetros de distancia. Actualmente, se encuentra en una órbita entre Marte y la Tierra.
Posteriormente, Luna 2 y Luna 3 lograrían el primer impacto y las primeras imágenes del lado oscuro, respectivamente. Poco después, Estados Unidos replicaría la hazaña con su programa Pioneer, el cual buscaba sentar las bases para las futuras misiones tripuladas.
Luna 9 lograría el 31 de enero de 1966 ser el primer alunizaje exitoso, ofreciendo también las primeras imágenes desde la superficie. Estados Unidos también lograría descender a la Luna con su programa Surveyor.
Junto con la Luna, estaban las diferentes carreras por visitar el resto del sistema solar. Debido a las limitaciones de comunicaciones, generación de energía y capacidad de lanzamiento, en los primeros años solamente se exploraría Marte y Venus.
Hasta la fecha, la Unión Soviética mantiene el trono respecto a la exploración de Venus. Varias sondas Venera retransmitieron tanto imágenes como datos desde la superficie, manteniendo varios récords que no han sido superados.
Aunque los soviéticos consiguieron el primer aterrizaje exitoso de una nave en Marte, la sonda Mars 3 perdió comunicación con la Tierra poco tiempo después. Solo una pequeña fracción de una primera imagen fue retransmitida, provocando que realmente no se considere como un logro. En ese caso, el verdadero primer aterrizaje fue el de la sonda estadounidense Viking 1.
Poco después, las sondas Pioneer 10 y 11 y la Voyager 1 y 2 de Estados Unidos serían las primeras en explorar el sistema solar exterior, ofreciendo imágenes y datos como nunca de los planetas gigantes.
Culpa del desastre del transbordador espacial Challenger, no lograría visitar el cometa Halley en su último perihelio. Igualmente, los soviéticos nunca visitaron al planeta mercurio.
Los grandes logros de la Unión Soviética, y su supremacía en las primeras etapas de la carrera espacial, fueron producto, entre otras personas, de Sergei Korolev. También conocido como el padre de la cosmonáutica y cuya identidad y rol fueron clasificadas hasta su muerte, fue la cabeza detrás de las principales misiones. Su fallecimiento, después de una cirugía a corazón abierto, sería un fuerte golpe al sueño espacial soviético.
La carrera por la Luna culminaría en Estados Unidos, llevando a las primeras y últimas personas que han caminado en el satélite en las misiones Apolo 11 a 17, exceptuando la 13. Mientras el cohete Saturno V mostraba su gran confiabilidad y enorme potencial, el N1, la contraparte soviética, sufrió fracasos en todos sus intentos de lanzamiento.
Los fracasos del N1 eran clasificados y negados frente al mundo, pero hacían alarde de su enfoque a las estaciones en órbita terrestre. El programa de las Salyut fue el inicio de una importante rama de la exploración espacial principal en la actualidad, la estadía permanente de personas en el espacio. Contando con la Estación Espacial Internacional y la Estación Espacial China Tiangong-3.
Todavía quedan muchas historias por contar y contrastes que realizar. Ambas naciones buscaron mostrar lo mejor de sí mismos y mostrarle al mundo su gran poder industrial y tecnológico. Aunque se cree una extensa lista de los diferentes logros, es necesario reflexionar sobre lo que hay detrás y la repercusión a largo plazo.
Desafortunadamente, la Unión Soviética era hermética respecto a su programa espacial. La mayoría de sus fracasos eran ocultados al público, tratando de resaltar únicamente aquellos que cumplieron su objetivo. Contaban con fuertes limitaciones en su presupuesto pese a las altas exigencias y expectativas, provocando deficiencias en la calidad de las sondas y naves, así como falta de seguridad para el personal y los cosmonautas. Además, sus objetivos iban más destinados a propaganda que a investigación científica.
En el caso de Estados Unidos, se incentivaba la observación de aficionados de cada paso en la carrera espacial, suscitando un sentimiento de patriotismo que les permitía obtener más recursos para cumplir sus objetivos. Junto con un enfoque de seguridad tanto para personal en tierra como los astronautas en el espacio. Las expediciones espaciales, además de hacer alarde de sus logros, deseaban recolectar tanta información como sea posible, llevando numerosos experimentos en cada una de ellas y facilitando el acceso a la información a diferentes instituciones científicas.
Definir un vencedor en la carrera espacial es complejo, ya que ambas naciones impulsaron avances significativos. Aunque sus caminos han divergido, cada uno ha contribuido de manera crucial a expandir los horizontes de la exploración espacial. Actualmente, Estados Unidos continúa explorando el sistema solar, Rusia actualmente ha fracasado en sus intentos de ir más allá de órbita terrestre.
Más allá definir un ganador, toda la humanidad se vio beneficiada de la fuerte investigación en ciencia e investigación, así como sus resultados a corto y largo plazo. Muchas ramas del conocimiento se vieron reforzadas, por ejemplo, la medicina, computación y ciencia de materiales, mejorando la calidad de vida de gran parte del mundo y forjando el presente. Además de haber creado un extenso programa de empleos que cambió la vida de miles de personas.
Esta entrada fue modificada por última vez en 03/04/2024 14:07
Jefe de sección Cosmos. Especialista del programa lunar Apollo, mecánica celeste e impresión 3D. Universidad Nacional de Colombia.