¿Podría extinguirse el tiempo?
Or Graur, University of PortsmouthEl tiempo surgió cuando lo hizo el universo, y el modo en que este acabe (si es que llega a hacerlo) determinará también si podría extinguirse el tiempo.
Creemos que el universo surgió comprimido en un espacio infinitamente pequeño, y, por alguna razón que aún no hemos llegado a entender, empezó a expandirse de inmediato, haciéndose más y más grande. Esta idea o modelo del inicio del universo se denomina Big Bang.
En 1998 la ciencia descubrió que el universo se expandía cada vez más rápido, pero seguimos sin saber por qué.
Energía oscura
Debe tener algo que ver con la energía que existe en el vacío espacial. Podría tratarse de un nuevo tipo de campo de energía o de algo que responde a leyes físicas completamente desconocidas. Para simbolizar esta laguna de conocimiento llamamos a este nuevo fenómeno “energía oscura”.
Aunque seguimos trabajando para determinar la naturaleza de esa energía, ya estamos en disposición de prever diferentes formas en que el universo podría llegar a su fin.
Si la energía oscura no fuera demasiado poderosa, eso implicaría que el universo tardaría una infinita cantidad de tiempo en expandirse hasta alcanzar un tamaño infinito. Infinito quiere decir que no tiene fin, por lo que en este caso el tiempo no se extinguiría nunca.
Pero si esa energía fuera demasiado intensa, podría hacer que el universo se expandiera tan rápido que todo lo contenido en él quedara arrasado (incluidos los átomos, ladrillos diminutos que componen todo lo existente). En este escenario, conocido como Big Rip (gran desgarramiento), el universo no se expandiría para siempre.
En vez de eso, se expandiría tan rápido que alcanzaría un tamaño infinito en un momento concreto dentro del tiempo. Y ese momento justo, cuando el universo fuera infinitamente grande y toda la materia se hubiera desgarrado, sería el último. El universo dejaría de existir, y el tiempo se extinguiría con él.
Pero hay otra forma en que el universo podría desaparecer, el Big Crunch. En este escenario, el universo dejaría en algún punto de expandirse y empezaría a contraerse otra vez.
El universo se haría cada vez más pequeño, las galaxias colisionarían unas contra otras y toda la materia del universo se apiñaría. Y cuando el universo se hubiera contraído en un espacio infinitamente pequeño, el tiempo desaparecería.
El Gran Rebote
Algunos físicos creen que el Big Crunch no significaría el fin del mundo, sino que simplemente marcaría el punto medio de su existencia. Según esta teoría, el universo empezaría siendo infinitamente grande y luego se contraería durante mucho tiempo hasta quedar reducido al menor tamaño posible. Pero cuando esto ocurriera, en lugar de desaparecer, se produciría un Big Bang y el universo empezaría a expandirse.
Según la hipótesis del Big Bounce (el gran rebote) existiría una infinita cantidad de tiempo antes de que el universo se contrajera para ocupar el menor espacio posible, y, del mismo modo, habría una inmensa cantidad de tiempo cuando posteriormente comenzara su expansión. De este modo, el tiempo no tendría ni principio ni fin.
En algunos modelos de Big Bounce el universo solo rebota una vez, pero en otros se produce un número infinito de rebotes; el universo se expandiría y se contraería de manera constante, como un acordeón que nunca dejara de sonar.
Todas estas teorías nos muestran escenarios posibles, pero no necesariamente ciertos. En primer lugar, tendríamos que determinar qué es la energía oscura, y lo que es más importante: tenemos que ser conscientes de que no existen garantías de que alguna de las teorías actuales sobre el funcionamiento del universo sea la correcta.
Llegará un día, quizá dentro de unas semanas o quizá dentro de cien años, en el que alguien (¿y por qué no tú?) aparecerá con una teoría mejor que las actuales que explique el funcionamiento del universo. Quizá entonces sepamos si el tiempo puede extinguirse, y quizá entonces la nueva teoría proponga también un concepto del tiempo radicalmente diferente… O lo elimine por completo.
Or Graur, Senior Lecturer in Astrophysics, University of Portsmouth
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.