Por primera vez, los astrónomos han descubierto un par de galaxias enanas con agujeros negros gigantes en curso de colisión. De hecho, no se trata solo de un par, sino de dos, señalan en una investigación que ha sido aceptada para su publicación en The Astrophysical Journal.
La primera pareja de galaxias enanas en fusión se encuentra en el grupo conocido como Abell 133, a unos 760 millones de años luz de la Tierra, y la otra en el grupo de galaxias Abell 1758S, a unos 3.200 millones de años luz.
Se espera que estos avistamientos y futuras investigaciones desvelen algunos de los secretos del Universo primitivo, época en la que estos pares de galaxias enanas con agujeros negros en colisión eran mucho más comunes.
Galaxias enanas, señales luminosas más débiles
«Los astrónomos han encontrado muchos ejemplos de agujeros negros en curso de colisión en galaxias grandes que están relativamente cerca, pero su búsqueda en galaxias enanas es mucho más difícil y hasta ahora había fracasado», afirma el astrofísico de la Universidad de Alabama Marko Micic, que dirigió el estudio.
Lo que dificulta estas observaciones es que el menor tamaño de estos pares de galaxias hace que sus señales luminosas más débiles sean más difíciles de ver. Estas galaxias contienen estrellas con una masa total inferior a unos 3.000 millones de veces la del Sol, mientras que nuestra Vía Láctea alberga el equivalente a unos 60.000 millones de soles.
Para realizar el descubrimiento, los investigadores combinaron datos de varios telescopios: resultados del observatorio de rayos X Chandra de la NASA, resultados del Explorador de Infrarrojos de Campo Amplio (WISE) y resultados del observatorio Canadá-Francia-Hawái. Lo más importante fueron los datos de rayos X, pues detectaron las señales más grandes emitidas por las parejas de agujeros negros.
Pistas sobre nuestra propia galaxia
Utilizando estos sistemas como modelos del Universo primitivo, podemos profundizar en cuestiones sobre las primeras galaxias, sus agujeros negros y la formación estelar que provocaron las colisiones», afirma la astrofísica Olivia Holmes, de la Universidad de Alabama.
Se cree que, a lo largo de miles de millones de años, estas galaxias más pequeñas en colisión se combinaron para formar las galaxias más grandes (incluida la Vía Láctea) que dominan el Universo en la actualidad. Los investigadores las describen como nuestros «antepasados galácticos».
Incluso podríamos obtener pistas sobre cómo surgió nuestra propia galaxia y evolucionó hasta el estado en que se encuentra hoy. Existen varias incoherencias sobre nuestra galaxia natal que aún deben resolverse, señalan.
Ahora que los astrónomos tienen los ojos puestos en estos núcleos activos de galaxia, o galaxia activa, (AGN, por sus siglas en inglés), podrán recoger más detalles de los mismos a medida que nuestra tecnología de telescopios y análisis de imágenes siga mejorando.
«Las observaciones de seguimiento de estos dos sistemas nos permitirán estudiar procesos cruciales para comprender las galaxias y sus jóvenes agujeros negros», afirma el astrofísico Jimmy Irwin, de la Universidad de Alabama.