Energía nuclear: segura, verde y necesaria

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La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Este simple enunciado es algo tan elemental en ciencia como el principio de conservación de la energía. Esta ley es aprovechada para convertir un mineral, uranio, plutonio, rocas, como el carbón o el petróleo, el viento, el curso de un río o la luz solar para generar energía eléctrica. 

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Sin embargo, hoy estamos aquí para apoyar la primera vía de todas las mencionadas.

El cambio climático ya está aquí

Y ese hecho no puede ser negado o menospreciado, hacerlo puede suponer la extinción de la humanidad, en el peor de los casos. Un aumento sin igual de la desigualdad, migraciones masivas forzosas a escalas que ningunean a la segunda guerra mundial, perdida crítica de biodiversidad, mortalidad prematura disparada, caída dramática de la esperanza de vida y de la fertilidad, guerras, hambrunas y sequías son consecuencias no solo probables, sino que ya estamos experimentando.

La humanidad no va a consumir menos.

Idealmente, la solución al cambio climático reside en una disminución crítica en el consumo de recursos, todos ellos, que realiza la humanidad. Esto, sin embargo, es muy complicado que se materialice pese a que reducir el consumo no tiene porqué pasar por consumir menos, sino mejor. Un claro ejemplo es el aislamiento térmico de una casa. Emplear materiales que fijen carbono en el aislante reforzado de una casa puede reducir el consumo de esta y a la vez retirar carbono del ciclo atmosférico.

Algo crucial en estos momentos donde la actual carrera de emisiones obliga ya no solo a emitir menos CO₂, sino a retirarlo de la circulación atmosférica.

Soluciones o aunque solo sean parches

Por estos motivos la energía nuclear debe ser nuestra aliada en esta lucha. La energía nuclear lleva rodeada de un halo de miedo e incomprensión desde los ataques nucleares estadounidenses sobre Hiroshima y Nagasaki que llevaron a la rendición de Japón y supusieron el final de la segunda guerra mundial. Y es comprensible, solo estos dos ataques, sobre objetivos mayoritariamente civiles, como mínimo ciento treinta mil muertos entre las dos ciudades.

Para muchos de los colaboradores científicos necesarios para llevar a cabo el proyecto, entre los cuales se encuentran las mentes más brillantes del siglo XX, esto fue un hecho trascendental que les llevó a severas depresiones. La idea de muchos de estos brillantes hombres era emplear la energía nuclear de una forma bien diferente.

Threee Mille Island, Chernóbil y Fukushima

La energía nuclear es VERDE en todo su proceso, el impacto ambiental es mínimo, y el probablemente más lesivo, la minería y tratamiento de los minerales para combustible. La minería es por lo general bastante sucia y contaminante, pero se pueden tomar medidas para contener la contaminación, generalmente química, que se produce en la purificación y enriquecimiento del uranio o el plutonio empleado para alimentar los reactores nucleares.

Pero y qué pasa cuando hay un accidente, qué pasa cuando las cosas salen mal. Si hablamos estrictamente de muertos a muchos les sorprenderá que en Fukushima se ha producido un solo muerto por el escape radioactivo. El caso se confirmó en 2018 cuando un trabajador de la central falleció por un cáncer atribuido al accidente, otras fuentes discuten el caso aún pero esta es la postura oficial del gobierno de Japón. Tampoco se ha constatado un aumento significativo en la incidencia de distintos tipos de cáncer entre las personas de la Prefactura de Fukushima. En el más desconocido accidente de Three Mille Island las fuentes menos fiables llegan a hablar de un exceso de 300 muertos por cáncer que estarían causados por la exposición a la nube radioactiva. Más probablemente este incidente causó entre 100 y 200 muertos más por cáncer.

Otra cuestión es Chernóbil, este trágico accidente dejó un número muy incierto de víctimas, pero es de varias decenas de miles. 

Estos accidentes son terribles y debe trabajarse para reducir su número y daños, ya que la contaminación radioactiva es extremadamente peligrosa, en parte, porque no sabemos como se comporta.

La mayor ventaja de la energía nuclear

La mayor ventaja que tiene esta energía es más allá de no emitir CO₂ ni otros gases de efecto invernadero durante la producción de energía o de su capacidad de generación. Sus efectos medioambientales son temporales. Se habla mucho sobre como el uranio tarda 700 millones de años en desintegrarse (realmente esto es inexacto, ya que este es su periodo de semi desintegración), tiempo pasado el cual se emite la mitad de radiación.

Es decir, pasado el suficiente tiempo simplemente dejarán de emitir núcleos porque simplemente ya no quedarán. Ese es un lujo que ningún otro tipo puede presumir. La contaminación química requiere de tratamientos específicos para neutralizar sus daños y la contaminación atmosférica seguirá el ciclo del carbono de forma independiente a lo que haga el ser humano. 

El almacenamiento a largo plazo para asegurar estos residuos aun así es necesario. Se han propuesto muchas soluciones a este y ninguna es tan segura, barata y sencilla como el almacenamiento geológico. Los lugares que se pueden emplear para este son limitados, aun así existen una cantidad de lugares abundante y que permitirá mantener seguros los residuos nucleares de la fisión hoy en día empleada.

La fusión nuclear sigue a 30 años vista

Sin embargo, la fisión es un parche, un buen parche no nos engañemos, el problema del almacenamiento no es tal y el de los accidentes menos. El IPCC está de acuerdo en que la nuclear es la que menos muertes por tw/h producido tiene. Pero existe una mejor solución a la energía nuclear de fisión.

Aunque como se suele decir es más fácil destruir que construir. La fusión nuclear es el sueño de la energía nuclear barata y masiva. Pero ese sueño lamentablemente sigue a más de 30 años vista. Leyendo reportajes, artículos, historias, tweets, de aquellos que actualmente construyen el ITAR es deprimente, es como cuando uno lee propuestas de la NASA o de la CSA sobre misiones a Urano o Neptuno u otros destinos lejanos que llegarían a su destino más allá de la década de los 50 o 60.

Pero la ciencia es un proceso, no se producen revoluciones de un día para otro y esas revoluciones deben ser comprendidas por muchos hasta que al final resultan aplicadas con éxito a algún producto que pise la calle y mejore el día a día de las personas de a pie. Por eso solo queda impulsar en las comunidades la mejor solución que tenemos al cambio climático, la energía nuclear.