La sonda Parker de la NASA captura un impresionante video del viento solar desde la atmósfera del Sol

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La humanidad siempre ha buscado romper sus propias barreras. Ha conseguido alcanzar y explorar otros planetas, lunas, asteroides y cometas, pero hay dos grandes límites. El primero es explorar otras estrellas por las vastas distancias que las separan. La segunda es el Sol, una fuente descomunal de energía y calor donde la gravedad juega en contra de estudiarlo de cerca, al menos por ahora. La sonda solar Parker de la NASA muestra impresionantes imágenes de su mayor acercamiento al Sol.
Normalmente se intuye que la propia gravedad del Sol permitiría explorarlo con mayor facilidad, tal que solo haya que dejar caer una sonda hacia él. Sin embargo, todos los satélites que son lanzados desde la Tierra cuentan con la misma velocidad que el planeta, alrededor de 107 200 kilómetros por hora. Para ir a Venus, Mercurio o el Sol es necesario perder esta energía cinética y permitir que la gravedad gane. Esto supone en general emplear motores cohete para desacelerar.
Debido a las limitaciones de los motores químicos, y en algunos casos a los iónicos, la desaceleración máxima es insuficiente para siquiera alcanzar la órbita de Mercurio. En cambio, se aprovecha un fenómeno distinto conocido como asistencia gravitacional. En este proceso se aprovecha la gravedad y movimiento de otros planetas para ganar o perder velocidad con mejor eficiencia que empleando motores.
La sonda Parker, lanzada en 2018, ha aprovechado varias asistencias gravitacionales con Venus para progresivamente perder velocidad, permitiendo que el Sol pueda atraerlo cada vez a una menor distancia.
Casi dos meses después de un sobrevuelo y asistencia gravitacional por parte de Venus, el 24 de diciembre de 2024, la sonda Parker realizó su mayor acercamiento al Sol. En el perihelio se aproximó a tan solo 6 100 000 kilómetros de la superficie de la estrella.
En este punto no solo estaría a una distancia mínima, también a la velocidad máxima. Alcanzando hasta los 692 000 kilómetros por hora, siendo en general el objeto hecho por la humanidad más veloz de la historia.
Debido a la intensa radiación y calor del Sol, la nave se oculta detrás de un escudo térmico que la mantiene a una temperatura controlada y óptima para la electrónica. El propio escudo limita la posibilidad de observar la estrella directamente. En cambio, las imágenes obtenidas muestran el plasma y viento solar en la corona, permitiendo estudiar desde dentro la extraña dinámica de la atmósfera de la estrella.
Durante el perihelio se activan distintos instrumentos que permiten estudiar la corona del Sol, entre ellos está WISPR, una cámara en luz visible e infrarrojo cercano.
La sonda Parker observó la corona y el viento solar, eyecciones de partículas cargadas a gran velocidad que pueden afectar el funcionamiento de satélites en órbita terrestre y potencialmente la propia red eléctrica o de comunicaciones en el planeta.
El instrumento WISPR observó con una calidad sin precedentes la interacción entre varias eyecciones de masa coronal y como interactúan entre sí, tanto por las propias partículas como por sus campos magnéticos y eléctricos. En algunos casos generan perturbaciones y turbulencias, en otras se combinan para aumentar su tamaño y energía.
Especialmente este sobrevuelo mostró como el viento solar transita a través de la llamada corriente heliosférica difusa, una región que se extiende a lo largo de todo el sistema solar donde el campo magnético de la estrella se invierte de polaridad norte a sur.
En las regiones próximas a la estrella, los campos magnéticos, y en general todo el sistema, es considerablemente más complejo que en las cercanías a la Tierra. Allá el viento solar es caótico e intenso, y las líneas de campo magnético se retuercen en zigzag.
Las observaciones de la sonda Parker permiten entender mejor como interactúan las eyecciones de masa coronal, y especialmente ayudar a mejorar las predicciones sobre su evolución hasta llegar a la Tierra. Esencialmente sirviendo como una alerta temprana en caso de un posible, pero poco probable, evento Miyake o Carrington. Ambos capaces de afectar gravemente la civilización moderna.
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