Margarita del Val: “La pandemia ha cambiado la propia ciencia”

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Durante la pandemia, Margarita del Val, investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CMB, CSIC-UAM), se convirtió en una de las expertas de referencia en España. Su labor a la hora de trasladar conocimientos científicos a la sociedad le valió el Premio de Comunicación Científica del CSIC y la Fundación BBVA y la Medalla de Honor a los Valores Sociales de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Viróloga e inmunóloga, su trabajo científico se ha centrado en estudiar la respuesta inmune frente a las infecciones virales y ahora coordina la Plataforma Temática Interdisciplinar (PTI) Salud Global del CSIC, que surgió precisamente con la COVID-19.

 

En la mañana de hoy, Margarita del Val ha visitado el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA-CSIC) y ha mantenido un encuentro con estudiantes del IES Venancio Blanco, coincidiendo con los actos del 11-F, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. En una entrevista concedida a DiCYT, reflexiona sobre las lecciones de la pandemia y el futuro de la investigación.

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Margarita del Val, en el IRNASA-CSIC

PREGUNTA. Tras ser una de las voces más habituales en los medios de comunicación durante la pandemia, ¿cómo valora esa experiencia?

 

RESPUESTA. Fue algo que surgió espontáneamente. Vi que se nos venía encima algo tremendo y que yo tenía más capacidad que otras personas para entender y aprender lo que se fuese descubriendo, porque era el campo en el que había trabajado toda mi vida. Contribuir a explicarlo era importante. Intenté entender los avances y reflexionar sobre ellos, porque había trabajos apresurados que no tenían la calidad adecuada; además, tenía que identificar las preguntas clave; y depurar todo aquello para ver cómo transmitirlo de una manera que todo el mundo lo comprendiese. No se trataba de que yo pareciese lista, como a veces intentamos hacer ver los científicos, mostrando lo brillantes que somos; sino al contrario, quería que me entendiese todo el mundo y para cada persona las explicaciones podían ser distintas.


Los medios de comunicación y los científicos hemos aprendido juntos durante la pandemia, ha habido un respeto mutuo y eso ha sido muy importante. Se notaba que era algo que les interesaba y que respetaban a los científicos. Eso ha sido muy bueno, ha transmitido confianza y ha mostrado el papel de los científicos como personas independientes, que se basan en la ciencia internacional y en las evidencias, aunque son cambiantes. Me gustaría que de todo ello quedase más ciencia en los medios de comunicación, pero ya ha quedado algo y, desde luego, yo he identificado a periodistas fantásticos en todos los medios.

 

P. ¿La pandemia ha cambiado la propia ciencia?


R. Sí, pero ha tenido su parte mala. Tener acceso a trabajos no revisados por pares era fundamental durante la pandemia, necesitábamos saber las cosas y no podíamos esperar ni ocho meses ni ocho días. Sin embargo, mucha gente nos volcamos a hacer cosas que antes no hacíamos y había que separar mucho el grano de la paja. A la hora de evaluar, realmente yo solo podía hacerlo en mi campo, en virus y respuesta inmunitaria.


Hubo mucha colaboración, se compartieron observaciones y experimentos que estaban a medias, hipótesis y elucubraciones. Eso fue muy importante, pero yo soy de la vieja escuela y no me valía un tuit, necesitaba un hilo como mínimo, con varias figuras y comentarios. Tenía una responsabilidad muy grande, no podía fiarme de cualquier cosa, así que procuraba sacarle los fallos y ser rigurosa para ver qué daba por válido antes de comunicarlo. Hablé con muchísimos científicos.

 

P. ¿Esta crisis sanitaria ha servido para impulsar algún campo de la investigación en concreto, como el desarrollo de vacunas?


R. Están saliendo más vacunas. Antes había mucho conocimiento en el ámbito de la investigación, pero no salían al mercado porque no son un medicamento tan atractivo como una enfermedad crónica. Además, en Europa, ha habido un gran impulso para conocer la inmunidad celular, hay más fondos para estudiar la complejidad de la respuesta inmune que las vacunas, porque antes solo se analizaban los anticuerpos, que es lo más fácil de valorar.

P. ¿Y estamos mejor preparados?


R. Ha habido avances para que no nos vuelva a pasar lo mismo, en la preparación para la próxima epidemia, a nivel de organismos internacionales, nacionales, regionales y locales. Eso ha cambiado. Conocer a los científicos es importante, porque hay cosas inviables para una agencia de salud pública, pero que los científicos las hacemos todos los días. Tenemos un conocimiento complementario al médico. La ciencia es muy amplia y necesitamos todos los campos. De hecho, en la pandemia, la gente que no había trabajado nunca con virus y vacunas era la que hacía las preguntas más difíciles y más interesantes.

 

P. Precisamente, en la pandemia nació la Plataforma Salud Global del CSIC. ¿Qué es y para qué sirve?


R. El CSIC es un organismo que abarca todas las disciplinas del conocimiento y, en una proporción muy alta, se lanzaron a contribuir en lo que pudiesen para enfrentar la pandemia a partir de su experiencia previa. Fue espontáneo, hubo generosidad y osadía por parte de todos, senior y jóvenes, incluyendo los que tenían el salario más precario. Es una maravilla colaborar con gente fuera de tu nicho. Con los de tu nicho compites y con los de fuera colaboras. Ha sido muy útil y sigue siendo interesante.


Con ayuda de las donaciones de grandes empresas privadas españolas, seleccionamos proyectos muy inmediatos, fáciles de llevar a cabo, necesarios, relevantes científicamente, creativos y únicos. Pasados los primeros meses, nos dimos cuenta de que había más amenazas y pasamos a otras enfermedades, como el virus del Nilo Occidental y la viruela del mono. Ahora estamos atentos a la gripe aviar. La idea es frenar la transmisión y abordar el problema desde todos los ámbitos. Tenemos una estructura muy buena que incluye el área de sociedad. El campo del impacto social, que no se ha tenido tan en cuenta en otras iniciativas de este tipo, nos ha orientado mucho.


P. Este centro, el IRNASA-CSIC, está dedicado a la investigación en agricultura, ganadería y medio ambiente; pero también participa en la plataforma. Esto es un buen ejemplo del concepto ‘ One Health’ o ‘Una Sola Salud’.


R. Sí, estamos en contacto con animales silvestres y domésticos, más de lo que creemos, y en algún momento pueden dar el susto en forma de epidemia. Todo está relacionado, incluso la resistencia a antibióticos está ligada entre los seres humanos, los animales y las plantas. Hasta en los cultivos se detectan resistencias a los antibióticos. El problema de la pandemia no era solo el colapso de los hospitales, ha sido social, y prepararse para nuevas pandemias es un reto en el aspecto humano, animal y del medio ambiente.

 

P. Estamos celebrando el 11-F, pero precisamente en ámbitos como la salud y la biología la mujer está mejor representada que en otros campos de la ciencia. Aun así, ¿queda mucho por hacer?

 

R. Sí que queda por hacer. Creo que es importante que nos hayan visto más a las científicas y, de hecho, es una de las cosas que yo pensaba, que aparte de saber de virus, es bueno que la sociedad le vea la cara a una mujer científica para que las familias confíen en que se puede ser científica sin ser demasiado rara, que se puede ser útil para la sociedad. Eso es vital, que no te cuestionen si te quieres dedicar a la ciencia. Es importante que haya visibilidad, porque tenemos que estar todos. Además, hay que destacar el campo de la informática, porque la inteligencia artificial ya impregna hasta el arte y, si dejamos a las niñas fuera de esas carreras, hemos perdido a la mitad de la sociedad

Octavio Alonso