La sonda Juno de la NASA ha proporcionado nuevas e impresionantes revelaciones sobre el planeta más grande del Sistema Solar

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La misión Juno de la NASA revela secretos ocultos de Júpiter e Ío. Gracias a una combinación innovadora de instrumentos científicos, el equipo ha logrado vislumbrar detalles hasta ahora desconocidos sobre la atmósfera de Júpiter y la actividad geotérmica en las profundidades de Ío. Los descubrimientos fueron presentados el 29 de abril en la Asamblea General de la Unión Europea de Geociencias, en Viena.

Vista en color mejorado de las latitudes altas del hemisferio norte de Júpiter, capturada por la sonda Juno de la NASA durante su sobrevuelo número 69, el 28 de enero de 2025. La imagen revela estructuras atmosféricas complejas, incluyendo bandas de nubes y vórtices turbulentos. Crédito: NASA/JPL-Caltech/SwRI/MSSS – Procesamiento de imagen: Jackie Branc (CC BY)

Un vistazo profundo a la furia joviana

Durante el sobrevuelo número 69 de la misión, ocurrido el 28 de enero de 2025, la cámara JunoCam capturó imágenes mejoradas en color de las latitudes altas del norte de Júpiter, desde una altitud de unos 58 000 kilómetros. Esta región está dominada por ciclones polares del tamaño de Australia y potentes corrientes en chorro.

Scott Bolton, investigador principal de la misión Juno, resumió la magnitud del planeta: “Todo en Júpiter es extremo: gigantescos ciclones, intensas auroras, los cinturones de radiación más hostiles del sistema solar y velocidades de viento superiores a los 160 km/h en su polo norte”.

Una de las técnicas empleadas, la ocultación por radio, permitió obtener un mapa de temperaturas de la atmósfera superior joviana. Hasta ahora se han realizado 26 mediciones, revelando que la estratósfera del casquete polar norte es unos 11°C más fría que las regiones circundantes, rodeada de vientos que superan los 161 km/h.

Además, se ha logrado seguir el movimiento a largo plazo de los ciclones que rodean el polo norte gracias a la combinación de datos de la JunoCam y del mapeador infrarrojo JIRAM. Estos ciclones, a diferencia de los huracanes terrestres, no desaparecen con el tiempo. Se agrupan en configuraciones estables debido a un fenómeno llamado “deriva beta”, moviéndose hacia el polo y chocando entre sí como resortes en un sistema mecánico.

El nuevo modelo atmosférico desarrollado con estos datos ayuda a comprender mejor la dinámica en Júpiter y podría aplicarse a otros planetas, incluida la Tierra.

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Ío: un mundo de lava y calor interior

Mientras Juno se diseñó principalmente para estudiar Júpiter, sus instrumentos también se han dirigido hacia Ío, el cuerpo más volcánico del sistema solar. Con la ayuda del radiómetro de microondas (MWR) y del instrumento JIRAM, los científicos obtuvieron por primera vez un perfil de temperatura subterráneo de esta luna.

Cuando combinamos los datos del MWR con las imágenes infrarrojas de JIRAM, descubrimos flujos de lava que aún no se han enfriado por completo bajo la corteza”, explicó Shannon Brown, científica del Jet Propulsion Laboratory de la NASA. Aproximadamente el 10% de la superficie de Ío presenta magma en enfriamiento, lo que sugiere un mecanismo interno muy eficiente para la transferencia de calor.

Brown comparó el proceso con un radiador de automóvil: “Los volcanes y flujos de lava de Ío funcionan como un radiador, trasladando el calor desde el interior hasta la superficie y liberándolo al vacío del espacio”.

Un caso notable fue la erupción más energética registrada en Ío, detectada el 27 de diciembre de 2024, que seguía activa incluso hasta el 2 de marzo de 2025, y se espera que continúe durante el próximo sobrevuelo del 6 de mayo, cuando Juno pase a tan solo 89 000 km de distancia.

Imagen en infrarrojo del polo norte de Júpiter, capturada en 2017 por el instrumento JIRAM a bordo de la sonda Juno de la NASA. Se observan nueve ciclones gigantes: uno central rodeado por ocho ciclones satélites, una configuración estable que ha perdurado durante años. Crédito: NASA/JPL-Caltech/SwRI/ASI/INAF/JIRAM

La misión Juno continúa proporcionando datos revolucionarios en cada uno de sus sobrevuelos. Gracias a su órbita cambiante, la nave solar puede acceder a nuevas regiones del sistema joviano, incluso en zonas con cinturones de radiación extremadamente intensos. Tal como concluyó Bolton: “Estamos yendo donde ninguna nave ha ido antes. Es riesgoso, pero estamos aprendiendo cosas que jamás creímos posibles”.

astroaventura

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