Marie Pasteur, la ayudante invisible del bacteriólogo francés

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Marie Pasteur, la ayudante invisible del bacteriólogo francés

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Marie Pasteur. Fotografía de A. Edelfeldt, 1899. Wikimedia Commons, CC BY-NC-SA
Marta Macho-Stadler, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

El químico y bacteriólogo Louis Pasteur (1822–1895) es seguramente uno de los científicos más conocidos de la historia. Probablemente, sus aportaciones más destacadas sean el descubrimiento del proceso de pasteurización y el desarrollo de la vacuna contra la rabia.

En las numerosas biografías que le han dedicado se cita de soslayo a su esposa Marie (nacida Laurent), a la que conoció cuando trabajaba como profesor de física y química de la Universidad de Estrasburgo. Ella era la hija del rector de aquel centro. Marie y Louis contrajeron matrimonio en 1849, comenzando entonces una historia familiar marcada por varias desventuras. La pareja tuvo cuatro hijas y un hijo: Jeanne (1850-1859), Jean-Baptiste (1851-1908), Cécile (1853-1866), Marie-Louise (1858-1934) y Camille (1863-1865).

Como puede constatarse al observar las fechas de fallecimiento de la prole, tres de las niñas murieron prematuramente, Jeanne y Cécile debido a unas fiebres tifoideas, y la pequeña Camille de un tumor en el hígado. Probablemente estas tragedias familiares contribuyeron a que Pasteur se interesara por conocer y descifrar las dolencias de su época, aunque comenzó tardíamente a investigar sobre enfermedades infecciosas.

Aparte de estos detalles sobre la vida de su familia, poco más se habla de Marie. Sin embargo, la esposa de Louis Pasteur fue su asistente y colaboradora científica. Su apoyo fue esencial en el trabajo del bacteriólogo.

Marie Pasteur (nacida Laurent): ayudante invisible

Marie Laurent nació en 1826 en Estrasburgo. Se desconocen los detalles de su vida hasta que se casó con Louis Pasteur. Educada en un medio intelectual, curiosa, optimista e inteligente, se entusiasmó inmediatamente con las investigaciones de su marido. Así, además de sus obligaciones domésticas, se puso al servicio del científico. Marie trabajó como secretaria y redactora científica junto a Louis Pasteur, al que asistió activamente en sus experimentos.

Los estudiantes y colegas del bacteriólogo reconocieron la importancia de Marie en su trabajo. Émile Roux (1853-1933), cofundador y tercer director del Instituto Pasteur, afirmaba que «Marie ha sido el mayor colaborador científico de Louis Pasteur, además de un apoyo moral inquebrantable».

Marie trabajó con el bacteriólogo en sus primeras investigaciones para la industria vinícola alrededor de 1848. En aquel momento Pasteur estudiaba las distintas propiedades ópticas de la polarización del ácido tartárico procedente del vino natural (o sus posos) o de la síntesis en el laboratorio. Este compuesto existía en dos formas de igual composición química pero con propiedades distintas dependiendo de su origen: el ácido tartárico derivado del vino polarizaba la luz, mientras que el producido sintéticamente no lo hacía. Esta fue la primera contribución importante a la ciencia de Pasteur; formó parte de su tesis titulada Études des phénomènes relatifs à la polarisation rotatoire des liquides. Application de la polarisation rotatoire des liquides à la solution de diverses questions de chimie. El científico había descubierto la isomería óptica.

Gusanos de seda

Marie crió los gusanos de seda que Pasteur necesitaba para sus investigaciones sobre las enfermedades que estaban arruinando la producción de seda en el sur de Francia, una industria de enorme importancia económica en aquella época. Los gusanos de seda padecían una extraña dolencia que comenzaba con unas pequeñas manchas oscuras que detenían su crecimiento y terminaban con su muerte.

En 1865, el químico y político Jean Baptiste Dumas pidió ayuda a Pasteur, quien descubrió que la enfermedad se debía al hongo Nosema bombycis que infectaba tanto a los gusanos como a las hojas de morera con las que se alimentaban. Destruyó los huevos y hojas contaminadas, consiguió aislar un grupo sano y salvó de este modo la industria de la seda en su país.

El 19 de octubre de 1868, Louis Pasteur fue víctima de un accidente cerebrovascular que le produjo una hemiplejia izquierda. A partir de entonces, el científico tuvo grandes dificultades para moverse y uno de sus antebrazos quedó contraído de por vida. Marie fue uno de sus grandes apoyos, tanto en el terreno psicológico como en el científico.

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Louis y Marie Pasteur (alrededor de 1884). Imagen: Louis-François Lejeune. Institut Pasteur

También fue Marie Pasteur quien se hizo cargo de los niños atacados por animales con rabia y que Pasteur atendió con su tratamiento experimental contra esta enfermedad.

Al científico le fascinaba el enigma de la rabia, una enfermedad zoonótica producida por un virus que no podía observarse con un microscopio óptico. Entre 1881 y 1885 realizó una serie de experimentos en conejos y perros, aplicando el principio esencial de sus anteriores descubrimientos: la vacunación con patógenos atenuados.

En 1885 un niño mordido por un perro rabioso, Joseph Meister, fue el primer ser humano inoculado con la vacuna de Pasteur. Del 6 al 16 de julio de 1885, Joseph recibió varias inyecciones. El pequeño nunca llegó a padecer la rabia: aquella vacuna le salvó la vida. Posteriormente, Meister trabajó como vigilante del Instituto Pasteur.

¿Qué hubiera sido de Louis Pasteur sin su ayuda?

Además, a partir de 1895, tras la muerte de su marido, Marie se ocupó de reivindicar su figura y su trabajo.

Marie Pasteur falleció en 1910. Sus restos descansan en la cripta del Instituto Pasteur, junto a los de su marido. Aunque al ilustre científico le hubiera correspondido ser inhumado en el Panteón de París, Marie deseaba que descansara en el corazón del Instituto que fundó y en el que trabajó.

¿Habría conseguido Louis Pasteur todos sus éxitos científicos sin la ayuda de Marie?


Este artículo es una versión revisada de «Marie Pasteur, ayudando al científico en la sombra» que se publicó en el blog Mujeres con ciencia, de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.


Marta Macho-Stadler, Profesora de matemáticas, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.