Si Kane reducía la masa del planeta y lo colocaba directamente entre Marte y Júpiter, veía posible que este se mantuviera estable durante un largo periodo de tiempo. Pero pequeños movimientos en cualquier dirección y, «las cosas irían mal», dijo.
El estudio tiene implicaciones para la capacidad de los planetas de otros sistemas solares de albergar vida. Aunque los de tipo Júpiter, gigantes gaseosos alejados de sus estrellas, sólo se encuentran en un 10% de los casos, su presencia podría decidir si las Tierras o supertierras vecinas tienen órbitas estables.
Estos resultados dieron a Kane un renovado respeto por el delicado orden que mantiene unidos a los planetas alrededor del Sol. «Nuestro sistema solar está más afinado de lo que apreciaba antes. Funciona como los engranajes de un reloj. Si añadimos más engranajes a la mezcla, todo se rompe», afirma Kane.