El cazador cazado: China devuelve el golpe fotografiando al satélite espía estadounidense en pleno espacio
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Hace apenas unos días un satélite Starlink de SpaceX apareció de forma inesperada en una imagen de la base aérea de Dingxin, en el desierto de Gobi, captada por un satélite WorldView Legion de la empresa estadounidense Maxar. La fotografía llamó la atención por mostrar una instalación militar altamente sensible y por el inusual “fotobombazo” orbital del satélite de Elon Musk. Ese episodio puso de relieve tanto la congestión de la órbita baja terrestre como el valor estratégico que han adquirido las imágenes espaciales.
Tras aquel revuelo, Changguang Satellite Technology (CGST) ha publicado una serie de fotos tomadas por sus satélites Jilin-1, donde aparece el WorldView Legion 2 de Maxar en pleno vuelo. Las imágenes muestran al satélite estadounidense desde distancias que oscilaron entre 40 y 55 kilómetros, con escalas de referencia que permiten apreciar su tamaño. Se distingue claramente el cuerpo rectangular, de unos 3 metros de longitud, así como sus paneles solares desplegados. Los reflejos solares destacan las partes metálicas y ofrecen un nivel de detalle que demuestra la precisión del seguimiento chino.
Este movimiento no es casual. En junio de 2025, Maxar publicó una imagen en alta resolución del satélite chino ShiJian-26, captado a tan solo 29 kilómetros de distancia. La fotografía mostraba con gran nitidez el cuerpo central y los paneles solares, acompañada de datos técnicos como la orientación y la incidencia solar. Esa demostración de fuerza tecnológica ahora encuentra réplica con las fotos de CGST, que dejan claro que China también domina la observación inversa en órbita.
La práctica de fotografiar satélites desde otros satélites se conoce como Non Earth Imaging (NEI). Aunque poco común, esta técnica tiene un valor estratégico evidente: permite analizar el diseño, el estado operativo y las capacidades de sistemas espaciales rivales. Tanto Maxar como CGST han exhibido públicamente esta habilidad, reforzando la idea de que la órbita baja se ha convertido en un nuevo campo de vigilancia mutua.
El intercambio de imágenes en los últimos meses muestra un patrón claro. Primero la base aérea de Dingxin con un Starlink colándose en la foto, después el ShiJian-26 captado por Maxar y ahora el WorldView Legion 2 fotografiado por los Jilin-1 chinos. Este juego de acción y respuesta convierte a la órbita baja en un tablero donde los observadores se convierten en observados. Más que un enfrentamiento directo, se trata de un mensaje político y tecnológico: vigilar y ser vigilado es ya parte esencial de la competencia espacial entre Estados Unidos y China.
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