Evaluamos los planes de 885 ciudades europeas contra el cambio climático y esta es la conclusión
03/02/2020 RedaccionLas ciudades de todo el mundo se esfuerzan por acabar con las emisiones que provoca el efecto invernadero. Se adaptan para evitar la amenaza que supone el cambio climático, pero también para aprovechar cualquier oportunidad que se desprenda de él. No es una tarea fácil, pero es el primer paso para llevar a cabo un plan que nos permita conseguir los objetivos descritos en el Acuerdo de París y que nos ayude a conseguir frenar el aumento de temperatura menos de dos grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
Alrededor de un 74% de la población europea vive en ciudades y los asentamientos urbanos suponen entre un 60 y un 80% de las emisiones de carbono. Tiene sentido, pues, establecer un plan a nivel urbano. Tratar de conseguir una reducción de las emisiones de carbono puede traer consigo una reducción de la contaminación y un aumento de la eficacia de la energía, lo que es beneficioso tanto para los negocios como para los ciudadanos.
Pero es muy importante que las ciudades se adapten al cambio climático. Aunque los seres humanos fueran capaces de acabar totalmente con las emisiones, tendrían que enfrentarse a los efectos extremos del cambio climático que están por llegar debido al aporte de emisiones de carbono que se ha producido desde la revolución industrial.
Para hacer el estudio más amplio y más completo hasta la fecha, hemos colaborado con más de 30 investigadores de toda Europa que estudian la disponibilidad y el contenido de los planes para el cambio climático de las 885 ciudades europeas, de los 28 Estados miembros. El inventario ofrece una amplia visión del punto en el que se encuentran las ciudades, con respecto a la mitigación y a la adaptación al cambio climático.
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La buena noticia es que el 66% de las ciudades europeas posee un plan local para el cambio climático en marcha, ya sea de mitigación o de adaptación. Los mejores países son Polonia, con un 97% de ciudades que poseen un plan de mitigación, Alemania (81%), Irlanda (80%), Finlandia (78%) y Suecia (77%). En Finlandia, el 78% de las ciudades también posee un plan para adaptarse al cambio climático.
Solo una pequeña parte de los países de la Unión Europea, Dinamarca, Francia, Eslovaquia y Reino Unido incluidos han establecido que, obligatoriamente, las ciudades deban desarrollar un plan para el cambio climático. En estos países, hay el doble de posibilidades de que sus ciudades posean un plan de mitigación y cinco veces más que tengan un plan de adaptación. En el resto de la Unión Europea, solo las ciudades grandes poseen un plan local para el cambio climático.
Hay algunas deficiencias que se deben mencionar: el 33% de las ciudades de la Unión Europea (288 ciudades) no posee ningún plan para el cambio climático. Entre ellas están Atenas (Grecia), Salzburgo (Austria) y Palma de Mallorca (España). Tampoco lo lleva a cabo ninguna ciudad de Bulgaria o Hungría. Solo el 16% de las ciudades, unas 144, se han unido a los planes de mitigación y de adaptación. La mayoría de ellas son de Francia y del Reino Unido, aunque algunas ciudades como Bruselas (Bélgica), Helsinki (Finlandia) y Bonn (Alemania) ya se han unido a estos planes.
Algunas ciudades han hecho de las iniciativas climáticas una herramienta común para crear actividades, con el fin de ampliar los objetivos medioambientales como la resiliencia y la sostenibilidad. Algunas de estas ciudades vanguardistas como Rotterdam y Gouda en Holanda, por ejemplo, no tienen un plan de adaptación o mitigación al cambio climático propiamente dichos. Sin embargo, las cuestiones referentes al clima están integradas dentro de unas estrategias de desarrollo más amplias, como sucede en Norwich, Swansea, Plymouth y Doncaster, en el Reino Unido.
¿Mitigación, adaptación o ambos?
Los planes para mitigar los efectos del cambio climático suelen ser muy claros: se busca la eficacia, la transición hacia las energías renovables y la mejora de la calefacción, el aislamiento térmico y el transporte. Haciendo todo esto se conseguirá ahorrar y obtener beneficios para la salud de los ciudadanos. Por ejemplo, que los vehículos emitan menos gases no solo significa que se emita menos carbono, sino que las personas pueden respirar un aire más limpio.
Adaptarse al cambio climático no siempre es fácil. Cada área debe de adaptarse de una forma. Algunos de los cambios, como las medidas para las inundaciones, suponen una gran inversión para su construcción y en pocas ocasiones suelen ser efectivas. Hay planes y medidas que las ciudades pueden adoptar para mitigar las amenazas del cambio climático y adaptarse a los cambios que ya se están produciendo.
Una de las formas en las que las ciudades resisten mejor el cambio climático es integrando infraestructuras para la obtención de energía, transporte, agua y comida y permitiéndoles combinar sus recursos. Los sensores son frecuentes en las ciudades europeas, ya que es más sencillo monitorizar los impactos de los planes locales para reducir las emisiones y mantenerse por encima del clima extremo. La Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, alberga el Urban Observatory, una de las mayores redes de sensores urbanos de código abierto del mundo.
Según los datos del marcador, las ciudades tienen que mejorar el abastecimiento de agua tanto en la superficie como por debajo de ella. Crear más espacios verdes en el centro de las ciudades o lugares estratégicos para que las zonas urbanas se adapten a las olas de calor, a la lluvia intensa o la sequía, todo a la vez. Para saber qué es lo que funciona y qué es lo que no, es muy importante compartir el conocimiento para crear y mejorar su plan local para el cambio climático.
Hay demasiado en juego como para que cada ciudad actúe por su cuenta con respecto a este fenómeno. Hemos visto que las redes internacionales suponen una gran diferencia para países y ciudades, a la hora de desarrollar e implementar sus planes. Por ejemplo, 33 ciudades de la Unión Europea son signatarias del Pacto Europeo de los alcaldes y, gracias a eso, reciben apoyo y aliento a la vez que se comprometen con la planificación y la actuación frente al cambio climático.
Nuestro estudio muestra que las ciudades se toman en serio el cambio climático, pero, aún así, queda mucho trabajo por hacer. Es una realidad que, si las ciudades no llevan a cabo un plan y no se preocupan por el cambio climático, pueden encontrarse en una situación bastante complicada más adelante.
Aunque hay muchas cosas que las ciudades pueden hacer, los gobiernos nacionales son los que deben dirigir la situación, ofreciendo los ámbitos legales y reguladores y asesoramiento. Este estudio ha demostrado que es una de las formas más efectivas de asegurarse de que las ciudades y sus ciudadanos estarán bien preparados para las amenazas y las oportunidades que el cambio climático traerá consigo.
Oliver Heidrich, Senior Researcher in Urban Resource Modelling, Newcastle University y Diana Reckien, Associate Professor for Climate Change and Urban Inequalities, University of Twente
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.