Un asteroide impactó contra la Luna con una energía 130 veces superior a la potencia de todo el arsenal nuclear actual
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Hace aproximadamente 3800 millones de años, un asteroide impactó contra la Luna con una energía 130 veces superior a la potencia de todo el arsenal nuclear actual. Este colosal evento formó dos gigantescos cañones en la superficie lunar en menos de diez minutos, según revela un estudio reciente publicado en Nature Communications.
Los cañones, situados cerca del polo sur de la Luna, son comparables en tamaño al famoso Gran Cañón. Sin embargo, mientras que el cañón terrestre se formó a lo largo de millones de años por la acción del río Colorado, estos cañones lunares surgieron de manera violenta y rápida debido a una avalancha de rocas lanzadas a velocidades de hasta 3600 km por hora, similares a la velocidad de una bala.
David Kring, geólogo del Instituto Lunar y Planetario de Houston, explicó que el impacto ocurrió durante un período de intenso bombardeo en el sistema solar. “El paisaje lunar es dramático. Hay montañas que superan en altura al monte Everest y cañones más profundos que el Gran Cañón,” destacó.
Los investigadores utilizaron datos del Lunar Reconnaissance Orbiter de la NASA y modelos computacionales para estudiar la formación de los cañones. Encontraron que el primero, llamado Vallis Planck, tiene 280 km de longitud y 3,5 km de profundidad, mientras que el segundo, Vallis Schrödinger, mide 270 km de largo y 2,7 km de profundidad.
El asteroide responsable tenía alrededor de 25 km de diámetro, más grande que el que causó la extinción de los dinosaurios en la Tierra hace 66 millones de años. Cuando impactó, expulsó una enorme cantidad de roca al espacio antes de que esta cayera nuevamente sobre la superficie lunar, tallando los cañones y cubriendo el terreno circundante.
La cuenca de impacto Schrödinger, donde se encuentran los cañones, está cerca de la zona de exploración planeada para la misión Artemis de la NASA. Esta iniciativa tiene como objetivo llevar astronautas a la Luna por primera vez desde las misiones Apolo en la década de 1970.
Según Kring, los escombros expulsados por el impacto ofrecen una oportunidad única para que los astronautas recolecten muestras de rocas antiguas cercanas a la superficie. Estas podrían ayudar a probar teorías fundamentales sobre la historia temprana de la Luna, incluida la hipótesis de que su formación fue el resultado de una colisión gigante entre la Tierra y un objeto del tamaño de Marte.
Este estudio brinda información crucial sobre los procesos que moldearon la superficie lunar y refuerza la relevancia de la exploración espacial para comprender mejor la historia del sistema solar.