Dondequiera que se encuentren las ballenas, también habrá fitoplancton. Estas pequeñas criaturas producen al menos 50% de todo el oxígeno en nuestra atmósfera. También capturan alrededor de 37.000 millones de toneladas de dióxido de carbono o cuatro veces más que los bosques amazónicos. Las heces de las ballenas tienen un efecto multiplicador sobre el fitoplancton, ya que contienen hierro y nitrógeno, elementos que el fitoplancton necesita para crecer; entonces, cuantas más ballenas, más oxígeno.
“Los hallazgos del informe del Fondo Monetario Internacional muestran claramente las sorprendentes conexiones entre algunos de los organismos más pequeños y más grandes de nuestro planeta, y la importancia de comprender sus relaciones complejas, no solo por su valor intrínseco, sino por su rol vital para los humanos», dijo Doreen Robinson, experta en vida silvestre del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Las poblaciones de ballenas son ahora solo una pizca de lo que alguna vez fueron. Los biólogos estiman que hay un poco más de 1,3 millones de ejemplares en el océano, una cuarta parte de lo que solía haber antes del auge de la caza de ballenas. Las poblaciones de algunas especies en particular, como la ballena azul, se han reducido hasta el 3%. Para preservar y proteger a estas grandiosas especies, debemos reducir los peligros que enfrentan.
Una forma de hacerlo sería aplicar el modelo del programa ONU-REDD para proteger los bosques. La iniciativa otorga incentivos a los países para preservar sus bosques como una forma de mantener el dióxido de carbono fuera de la atmósfera. La deforestación es responsable de 17% de las emisiones de carbono actuales.
«De manera similar, podemos crear mecanismos financieros para promover la restauración de las poblaciones de ballenas del mundo», dijeron los autores del informe. “Los incentivos en forma de subsidios u otras compensaciones podrían ayudar a quienes incurran en costos significativos como resultado de la protección de las ballenas. Por ejemplo, las compañías navieras podrían ser compensadas por el costo de cambiar sus rutas para reducir el riesgo de colisiones”, sugieren.
Con efectos del cambio climático cada vez más intensos y frecuentes, debemos tomar medidas urgentes para prevenir o revertir el daño a las poblaciones de ballenas. Los investigadores estiman que, a menos que se presenten nuevos métodos de conservación, tomaría más de 30 años duplicar el número de ballenas actuales. «La sociedad y nuestra propia supervivencia no pueden darse el lujo de esperar tanto tiempo», dijeron los autores.