Cuando damos un paseo por un parque y observamos lo que sucede a nuestro alrededor, ¿somos conscientes de lo que vemos o interpretamos la realidad de una forma sesgada? Si nos piden que busquemos un ser vivo, ¿cuál será el primero que encontraremos?
Las plantas tienen una importancia vital en el planeta Tierra por distintas razones. Son capaces de fabricar materia orgánica a partir de sustancias inorgánicas, algo que no pueden hacer la mayoría de los seres vivos. Por esa razón son el primer eslabón de la cadena trófica, los llamados productores primarios, que obtienen la energía del sol. El resto, los consumidores y descomponedores, sobrevivimos gracias a los primeros. Nuestra especie incluso ha llenado el planeta de cultivos para obtener alimento.
Son también importantes porque producen el oxígeno, necesario para la respiración de los seres vivos (aunque los que cambiaron la atmósfera son los organismos unicelulares en los océanos).
Por otra parte, podríamos aferrarnos a la tecnología y esperar a que diseñen una herramienta para limpiar la atmósfera del dióxido de carbono responsable del efecto invernadero, pero aquí también las plantas son decisivas. Con el proceso de la fotosíntesis, captan este gas y lo fijan en su organismo.
Las últimas investigaciones muestran que, ante el incremento de dióxido de carbono, las plantas están reaccionando aumentando la fotosíntesis y fijando más de esta sustancia. Es necesario, por lo tanto, detener la deforestación, conservar los bosques, aumentar la superficie arbolada y cuidar de los océanos que realizan gran parte de la fotosíntesis.
Aunque las plantas poseen una gran importancia para el mantenimiento en equilibrio de los ecosistemas, del planeta Tierra y de nuestra especie, parece que no somos conscientes de ello. De hecho, ni siquiera nos damos cuenta de su existencia como seres vivos.
Este fenómeno se denomina “ceguera hacia las plantas” (del inglés, plant blindness). Ha sido muy estudiado en niños, que no reconocen a las plantas como seres vivos pero sí a los animales. Esta diferencia en la percepción se basa, sobre todo, en la capacidad de movimiento.
En adolescentes la tendencia se mantiene: aunque sí reconocen a las plantas como seres vivos, les cuesta más tiempo clasificarlas o tienden a nombrar menos estos organismos al pensar en seres vivos.
Esta ceguera puede deberse a distintas razones de índole biológica, social y cognitiva. Debido a que las plantas no se mueven, crecen juntas y tienen un color uniforme, parecen fundirse, no llaman la atención y simplemente forman parte del fondo del paisaje.
También se sugiere que, en los albores de nuestra historia, para poder sobrevivir había que estar atento a otros animales, ya fueran presas o depredadores. Un animal puede cambiar de trayectoria y posición en poco tiempo, lo que implica que haya que seguir sus desplazamientos. Esto sugiere la hipótesis de que la evolución haya centrado la atención en el movimiento. Así, las plantas pasan inadvertidas.
Esta tendencia a no ver las plantas puede tener repercusiones. Por ejemplo, existe una gran cantidad de especies de plantas en peligro de extinción (y son la base de los ecosistemas). Sin embargo, se les hace más caso a los animales y se invierten más fondos de conservación en ellos.
Otra de las causas que pueden estar promoviendo esta ceguera hacia las plantas es la educación. Esta dedica más tiempo a los animales que a las plantas, con libros que dedican pocos capítulos y ejercicios a estos organismos fotosintéticos.
Hemos estudiado la percepción del paisaje de más de 400 estudiantes de Educación Infantil de varios cursos.
Durante un paseo por un parque, los estudiantes tuvieron que rellenar un cuestionario de observación de elementos del paisaje. Al preguntarles por un ser vivo las respuestas contradijeron la realidad observada: mientras que en el parque la mayor parte de la biomasa es vegetal (césped, arbustos, árboles), la mayoría de las respuestas (73 %) fueron sobre un animal.
Esto apoya la hipótesis de la ceguera hacia las plantas. No es que los universitarios piensen que las plantas no son seres vivos, sino que la imagen de búsqueda interfiere con la realidad.
Si no se trabaja con los futuros docentes para que sean conscientes de este sesgo, las siguientes generaciones, cada vez más urbanas, crecerán desconectadas del mundo vegetal.
Se debe trabajar para que conozcan el término de la ceguera hacia las plantas. Hacer que se enfrenten a sus propias tendencias, de tal forma que cuando ejerzan como docentes doten a las plantas de la importancia que poseen e intenten combatir este problema para que quienes vengan después tengan una visión equilibrada del mundo natural.
Jerónimo Torres Porras, Profesor del Departamento de Didácica de las Ciencias Sociales y Experimentales, Universidad de Córdoba y Jorge Alcántara Manzanares, Profesor del Departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales y Experimentales, Universidad de Córdoba
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Esta entrada fue modificada por última vez en 14/02/2020 11:34