Datos “olvidados” de la NASA que salen a la luz pueden resolver uno de los mayores misterios del universo

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Durante décadas, los científicos han tratado de desentrañar un misterio fascinante: ¿de dónde provienen los elementos más pesados del universo, como el oro? Una reciente investigación basada en datos históricos de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) podría haber dado un paso crucial hacia la respuesta.

Aunque el oro es conocido por su belleza y valor, para los astrofísicos representa un enigma aún más valioso. Se sabe que los elementos más ligeros (como el hidrógeno, helio, y pequeñas cantidades de litio y berilio) se formaron poco después del Big Bang, cuando el universo se enfrió lo suficiente como para permitir que los núcleos atómicos capturaran electrones, aproximadamente 380 000 años después del origen del cosmos.

Por otro lado, los elementos más pesados, hasta el hierro, se generan en el núcleo de las estrellas mediante el proceso de fusión nuclear. Sin embargo, los elementos aún más pesados, como el oro, presentan una complejidad mayor, sobre todo debido a la abundancia con la que se encuentran en el universo.

Representación artística de un estallido de rayos gamma, uno de los fenómenos más energéticos del universo. Fuente: NASA / A. Beardmore (Universidad de Leicester)

¿De dónde viene el oro? Nuevas pistas apuntan a las magnetoestrellas

Anirudh Patel, estudiante de doctorado en la Universidad de Columbia, lo resume así: “Es una pregunta fundamental sobre el origen de la materia compleja en el universo. Es un rompecabezas divertido que aún no ha sido resuelto”, declaró al medio especializado IFLScience.

Actualmente, los científicos aceptan que muchos de estos elementos se crean a través de un proceso conocido como captura rápida de neutrones (o r-process), pero el lugar astrofísico donde este proceso ocurre aún está bajo debate. Entre las posibles fuentes se mencionan las fusiones de estrellas de neutrones, los vientos de protoestrellas de neutrones durante supernovas y los discos de acreción alrededor de agujeros negros en eventos conocidos como collapsars.

No obstante, estas hipótesis tienen sus inconvenientes. Por ejemplo, las fusiones de estrellas de neutrones parecen ocurrir demasiado tarde en la historia del universo para explicar la presencia temprana de oro y otros elementos pesados.

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En este nuevo estudio, el equipo científico revisó datos de archivo de telescopios de la NASA y la ESA y encontró un posible candidato alternativo: las magnetoestrellas (o magnetars), un tipo exótico de estrella de neutrones con campos magnéticos extremadamente poderosos. Según sus hallazgos, estos objetos podrían ser responsables de entre el 1 % y el 10 % de los elementos más pesados que el hierro presentes en la galaxia.

Estamos resolviendo un misterio usando datos archivados que prácticamente habían sido olvidados”, comentó Eric Burns, coautor del estudio y astrofísico en la Universidad Estatal de Luisiana.

El equipo predijo que si las magnetoestrellas producían estos elementos, la evidencia debería observarse en luz visible y ultravioleta, acompañada de una señal de rayos gamma. Su sospecha se confirmó al analizar un estallido gigante detectado en diciembre de 2004, donde el observatorio INTEGRAL de la ESA captó una señal coherente con la predicha por el modelo teórico de formación de elementos pesados en una erupción de magnetar.

Este descubrimiento convierte a las magnetoestrellas en la segunda fuente confirmada de elementos generados por r-process (después de las fusiones de estrellas de neutrones). Además, como estas erupciones ocurren en sincronía con la formación de estrellas, ofrecen una explicación coherente para la aparición temprana de elementos pesados en la evolución química galáctica.

Los resultados de esta investigación, que refuerzan la hipótesis de las magnetoestrellas como fuente productora de oro y otros elementos pesados, han sido publicados en la revista científica The Astrophysical Journal Letters.

Aunque el hallazgo es prometedor, se necesitarán más observaciones para confirmarlo plenamente. La misión COSI (Compton Spectrometer and Imager) de la NASA, que se lanzará en 2027, jugará un papel crucial en esta tarea.

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