«Esta fue una temporada de deshielo interesante», dijo Walt Meier, investigador de hielo marino en NSIDC. «A principios de agosto estábamos en niveles de hielo que eran un récord bajo para esa época del año, por lo que había la posibilidad de que se diera un nuevo récord del mínimo más bajo».
Pero a diferencia de 2012 (el año con la menor extensión de hielo registrada), que experimentó un poderoso ciclón en el mes de agosto que machacó la capa de hielo y aceleró su declive, la temporada de derretimiento de 2019 no registró ningún suceso climático extremo. Aunque éste fue un verano cálido en el Ártico, con temperaturas promedio de 7 a 9 grados Fahrenheit (4 a 5 grados Celsius) por encima de lo normal para la zona central del Ártico, ni la severa temporada de incendios forestales del Ártico ni la ola de calor europea al final acabaron teniendo mucho impacto en el derretimiento del hielo marino.
«Para cuando los incendios de Siberia se aceleraron a fines de julio, el Sol ya se estaba poniendo bajo en el Ártico, por lo que el efecto del hollín de los incendios que oscurecían la superficie del hielo marino no fue tan grande», dijo Meier. «En cuanto a la ola de calor europea, ésta definitivamente afectó la pérdida de hielo terrestre en Groenlandia y también causó un aumento en el derretimiento a lo largo de la costa este de Groenlandia, pero esa es un área donde el hielo marino viaja al sur a lo largo de la costa y ya se derrite bastante rápido de por sí».