A bordo de la nave viajaban 53 microsatélites, nanosatélites y cubestats. Entre estos, se encuentra el UPMSat-2, un aparato de 50 kilogramos de peso y una vida útil entre los dos y los tres años. Una tecnología desarrollada por el Instituto Universitario de Microgravedad Ignacio Da Riva, adscrito a la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Es más, en su desarrollo han colaborado más de 70 alumnos de la institución educativa madrileña, que logra poner en órbita su segundo satélite.
El UPMSat-2 cumplirá funciones educativas y científicas, pero, sobre todo, se dedicará a realizar experimentos de innovación tecnológica de interés para empresas españolas y europeas. El artefacto hará pruebas de un magnetómetro experimental de alta sensibilidad, creado por la compañía inglesa Bartington; comprobará el comportamiento de un conmutador térmico miniaturizado de nuevo desarrollo de IberEspacio; monitorizará los efectos de la radiación a bordo y llevará a cabo distintos experimentos de control térmico.
«Un proyecto de tecnología muy avanzada, donde una vez más ponemos nuestra ciencia en el mapa internacional. En el mapa del desarrollo de las grandes tecnologías en el mundo aeroespacial», ha comentado el consejero de Ciencia y Universidades de la Comunidad de Madrid, Eduardo Sicilia.
La llegada de un nuevo satélite español al espacio ha sido muy bien recibida en la comunidad científica del país. El equipo encargado de su construcción ha recibido las felicitaciones de varios investigadores, además de la del rector de la UPM, Guillermo Cisneros, o el ministro de Ciencia, Pedro Duque.
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